Girotondo
Qué difícil es pensar
no haberse equivocado nunca en decir
que no estabas aquí, cuando comía relojes
para cenar, y me llenaba esa extraña sensación
de ser el último en soñar, dentro de un temporal,
el verso del jabalí blanco,
sacrificado en el altar del tocadiscos apagado.
A paso lento, se mueve mi voz
cuando encuentra a un Santo que la bendiga
con el pan de cada día.
Regreso a Nápoles,
a vivir mi sueño de almohadas encogidas,
en el nuevo piso que no sabes ni siquiera
donde está y no sabrás nunca
que en la pared he puesto un calendario
de 2006.
¿Por qué dejaste todas esas luces encendidas?
Y en el coche la foto de ese domingo,
con una sonrisa dibujada en la cara
y el aire de quien dice no voy a volver aquí...
A Macondo hacen un corro que
dura una noche entera y un dolor de cabeza
es la justa ocasión para creer que todo no
ha terminado jamás, que nada ha empezado todavía.
Que somos jóvenes y vivimos de constelaciones
de costumbres, aunque el cielo no sea siempre igual,
aunque el cielo, a veces, pueda estar equivocado.
Nos queda olvidar
otro día más,
sin esperar a mañana,
y sin soltar las manos,
lo veo y no lo creo,
no, no es verdad,
no estoy alegre.
(Espero que retorne pronto la era del Jabalí Blanco)
(2013)