Sé quién se fue de una puesta de sol
para ser un heraldo del amanecer.
Mariposas nocturnas le llaman traidor
y las diurnas esperan a su aparecer.
Falsa como la dicha que acuna el alcohol
a la que la resaca, castiga después,
es vivir de un pasado que ya se nos fue.
Yo lo vi, yo lo sé…
Pobre el gregario que el destino le hizo rey
y ejecuta según el cantar del bufón,
cuando eleve la risa a la altura de ley.
Es que el llanto va dueño de la situación.
Soñador alejándole el suelo a tus pies
te sustentas pisando el sueño a los demás,
y de arenga elocuente vamos hasta los dientes.
Yo lo sé, yo lo vi: son los argumentos.
En un barco que zarpa, hacia el alba,
quien toca el arpa animará al que rema,
cantará de esperanzas
pero también de las esencias de las penas.
Arideces del alma,
del alma propia
como el alma ajena,
apuntando a la sombra,
que no hay mejor guarida
que la luz que quema.
En qué lugar las verdades más fieras
se vuelven rameras cobrándonos la candidez.
En qué lugar ajeno esconde el veneno la vida.
Voy tejiendo mi abrigo, ya vamos a ver
si me cubre del sueño hasta el genital,
el invierno comienza en la puesta de sol.
Yo lo sé, yo lo vi…
Víctor Jara canta Somos cinco mil, el poema que escribió durante su detención en el Estadio que ahora lleva su nombre, horas antes de su asesinato; todo esto gracias a una inteligencia artificial que ha intentado captar la esencia de su voz y de su obra.
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