Como aquí vino el yanqui y nos mordió la tierra,
se bebió de un golpe el zumo de la suerte.
Discreta la inversión, pues si un día la guerra,
sería como donarle fortuna a la muerte.
Como a los pichones cuando abren el pico,
pa´que mamá paloma venga y te alimente,
salud y educación, toma, pa´que seas rico,
ya lo demás vendrá despacio y lentamente, lentamente...
Dicen que, dicen que...
Dice Gerardo Alfonso que a los grandes negros
les ha costado doble llegar a gigantes
pues sepan que a los grandes de este pueblo,
les cuesta mucho y desafiar ser emigrantes.
A veces, porque como si corsarios
nos aplican bien la ley de la ventaja,
otras veces, la autoestima baja
no sabemos qué hacer
con lo extraordinario.
Yo no creo en el desierto del intento,
ni el rencor, ni el desconcierto
derramado en el atril.
Ni pretendo, a la orilla de este verso
desafiar al universo
y mucho menos herir.
Pero dime,
dónde pongo este trastazo
que me llega como abrazo
pisoteando el porvenir
y susurra, siempre a modo de consejo,
como epitafio moderno:
¿qué coño tú haces aquí?
Si yo soy guantanamero,
guajiro guantanamero,
Guantanamero,
guajiro guantanamero.
Vivo en el país que no se ha cansado
de pretender ser el más equitativo,
yo doy promesas si pregunta un extranjero:
Por qué en otro lugar nos llaman "palestinos".
Mientras voy guindado de mi propio sueño,
metiendo cabeza como aventurero,
si me zafo y obviamente me despeño
recuerden que dijimos:
Guantanamero yo soy,
guantanamero yo voy,
guantanamero de café
y sombrero de Yarey.
Pero pa dónde yo voy
si ya yo tengo mi ley
y en 4 metros cuadrados
mis sueños van ardiendo, ardiendo
en el fuego del indio Hatuey.
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