Quien siempre gana, nada sabe de la vida
y el cansancio duele más que el desamor.
Hay recuerdos como arenas movedizas
y rencores que hacen perder la razón.
Así que arriba la mirada y la copa,
ella se fue y sobreviviste al armisticio,
perdieron filo los puñales de su boca.
Todo final anuncia siempre otro principio.
Tu corazón, estado civil sufriente,
busca otra diosa de la noche que le ampare
o un manual para hacer fuego en la intemperie
en las canciones que se cantan los amantes.
Y si la encuentras, disimula bien y evita
esa sonrisa de no dejé de amarte.
Todo iceberg que escapa siempre a la deriva
cuando abandona los inviernos se deshace.
Y aunque olvidar es una forma de mentir,
quizá esté bien abrir por fin cada ventana.
Si sufrir por desamor es el delito,
vivir dándolo todo será la coartada.
Quien siempre gana nada sabe de la vida
pero esta noche nos dejamos de derrotas.
Hoy nuestras rosas olvidaron sus espinas
y la princesa ha renunciado a su corona.
Es verdad que hay borrones indelebles,
que el mar siempre hace retornar los cuerpos,
que ella era tu refugio en los septiembres,
y tu playa sin amarre ni sendero.
Pero hay siempre un viernes en cada isla,
un asfalto en el que crecen las violetas
y hay palacios con tejado de uralita
que nos salvan igualmente en la tormenta.
Y aunque olvidar es una forma de mentir,
quizá esté bien abrir por fin cada ventana.
Si sufrir por desamor es el delito,
vivir dándolo todo será la coartada.
Quien siempre gana nada sabe de la vida
pero esta noche nos dejamos de derrotas.
Hoy nuestras rosas olvidaron sus espinas
y la princesa ha renunciado a su corona.
Quien siempre gana nada sabe de la vida
y la rutina duele más que el desamor.
Tus recuerdos son arenas movedizas
y hay adioses que hacen perder la razón.
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