Las confesiones de un sexagenario

Abro el paraguas cuando no llueve nada.
Cruzo los ríos con las botas puestas.
Ando despacio cuando tengo más prisa.
Qué mal humor cuando voy a una fiesta.

Me abraso de calor en Copenhague.
Miro la luna cuando estoy dormido.
Qué seriedad cuando cuentan un chiste.
Adoro tomar té, pero nunca lo pido.

Me dices: "Es la edad, no te preocupes".
Te digo: "Espero que no vuelvas a decirme tonterías".
Me dices: "Escribes demasiado".
Te digo: "Abierta seguirá la caja de las rebeldías".

En lugar de a San Pedro, le rezo a un árbol.
Suelo mentir a quien me cree embustero.
Ante un perro callado, yo daría un ladrido.
Me da seguridad la sombra del sombrero.

Huelo las rosas cuando ya se han secado.
Si un pez sabe nadar, no me interesa.
Doy un traspiés si debo dar la mano.
Vaya bobada lo del campo de fresas.

Me dices: "Este disco se ha rallado".
Te digo: "Será que me he comprado una camisa estrafalaria".
Me dices: "Eso antes no pasaba".
Te digo: "Será que aún tengo ganas de llevarles la contraria".