Hace veinte años que tengo veinte años,
Veinte años y aún tengo fuerza,
y no tengo el alma muerta,
y me siento hervir la sangre.
Y aún me siento capaz
de cantar si otro canta.
Hoy que aún tengo fuerza
y aún puedo creer en dioses...
Quiero cantar a las piedras, a la tierra, al agua,
al trigo y al camino que voy pisando.
A la noche, al cielo, a este mar tan nuestro,
y al viento que por la mañana viene a besarme el rostro.
Quiero levantar la voz,
por una tempestad,
por un rayo de sol,
o por el ruiseñor
que ha de cantar al atardecer.
Hace veinte años que tengo veinte años,
Veinte años y aún tengo fuerza,
y no tengo el alma muerta,
y me siento hervir la sangre.
Hace veinte años que tengo veinte años,
y el corazón, aún, se me dispara,
por un instante de amar,
o al ver un niño llorar...
Quiero cantar al amor. Al primero. Al último.
Al que hace sufrir. Al que vives un día.
Quiero llorar con aquellos que se encuentran solos
y sin amor van pasando por el mundo.
Quiero levantar la voz,
para cantar a los Hombres
que han nacido de pie,
que viven de pie,
y que de pie mueren.
Quiero y quiero y quiero cantar
hoy que aún tengo voz.
Quién sabe si podré mañana.
Hace veinte años que tengo veinte años,
Veinte años y aún tengo fuerza,
y no tengo el alma muerta,
y me siento hervir la sangre.
La ciudad de Barcelona rinde tributo al cantautor Luis Eduardo Aute con una pieza artística instalada en la plaza Rovira i Trias del barrio de Gràcia, lugar donde el artista pasó parte de su infancia y al que dedicó una canción en 2010.
La cantautora colombiana presenta un nuevo trabajo grabado en vivo en un patio de San Telmo, como homenaje íntimo a la ciudad de Buenos Aires, donde interpretó cinco canciones en formato acústico junto a un trío de músicos.