Salir distinto
Te escribo cruzando el Duero
contando tus 20 duros,
renazco y después me muero,
crucemos todos los muros, mundos.
Quiero salir distinto,
yo prefiero el desastre
y escucharte sin prejuicio.
Canciones en su maleta
con calma, zumo y vinilo,
se esconde en su barba quieta,
mantiene mi canto en vilo, dilo, vino.
Yo soy inescrutable,
pertenezco a estas montañas
con eco y altura amable.
Y cantar
y llorar de tanta vida tan presente.
Balancear
la incertidumbre repentina de septiembre.
Y recordar
la lucidez del primer año, de noviembre, siempre.
Paseando entre fotografías,
de vermut, de torrezno y limonero.
Viajando de Japón hasta Turquía
y una siesta en tu huerto de oro y hierro negro.
Sin sombrero y sin cigarro,
con paciencia y manos recias,
estamos vivos de milagro.
Ponga la cruz sobre el pez,
ay madre, ¿Quién lo diría?
¿Tú te has dormido otra vez?
y eso a mí me encantaría, mira.
Veritablemente
te agradezco compañero,
téngalo siempre presente.
Y observar
desde tu esquina hasta la puerta más abierta.
Y escuchar
de verdad con seriedad tan puramente.
La voluntad,
sin juzgar sin molestar,
siempre presente, nunca ausente.
Duele soñar tan profundo y vivir a la par,
de ciudad a ciudad, noble de viña y de bar.
Como el buen marinero, ni arrastrar ni empujar,
de capital a la costa y en los pueblos sin mar,
qué barbaridad.
Surcando el negro de pizarras quietas,
borrando el ruido tan ruin de su escopeta.
Buscando el hueco amable entre las grietas
retumba el sol de tu nuca en mi placenta.
Ni a la altura del betún,
ni básico.
Tú eres un clásico.
Recitado de Diego Carrasco:
Silvia, cariño, no se te ocurra nunca
dejar de decirme dónde estás tú, nunca,
porque tú sabes que yo
soy un inquilino del mundo de plástico,
un chatarrero limpiando el espacio
y tú para mí eres amor, flamenco, pasión,
eres un mariposilla,
mariposilla verde llena de luz, de música...