La herida
Dímelo.
Quién es el empleado del mes ahora mismo en tu vida.
Dímelo.
Quién es el calamar al que vas a dejar sin su tinta.
Ahora mi vida es montaña.
La escalo con lastre, en pared sin arnés.
Te diré los porqués.
A los consejos yo no hice caso jamás. ¡Mira que fui avisado!
Pedía un minuto de silencio, por los que hablaban demasiado.
Luego me echaste y llamé al sindicato.
Tenía derecho a cuarenta lamentos por día besado.
Y esta herida de regalo.
Dime quién se libra de llevar heridas, ahora y siempre.
Dime quién se libra. ¿Quién no lleva heridas? Una o veinte.
Oooh…
Nunca cicatriza, se abre si se mira y viaja por mi piel.
Y sangra cuando quiere, sana cuando duele. Nada puedo hacer.
Y al final del día te mantiene viva y grita "acuéstate".
Me aconseja en cualquier decisión de las cosas del querer.
Vaya obscenidad que es tu recuerdo.
Yo sé de alguien que es buena tenista, es juego y es set.
Después de jugar en canchas de seda, ¡ay, menudo revés!
Y queda de ellas sabor a derrota
tras recibir un diploma que dice "lo has intentado".
Y esta herida de regalo.
Dime quién se libra de llevar heridas, ahora y siempre.
Dime quién se libra. ¿Quién no lleva heridas? Una o veinte.
Oooh…
Nunca cicatriza, se abre si se mira y viaja por mi piel.
Y sangra cuando quiere, sana cuando duele.
Nada puedo hacer.
Vaya ironía,
está mucho más viva que mi propio ser.
Me aconseja en cualquier decisión de las cosas del querer.
Vaya bendición que es tu recuerdo.
Y es que la quiero, yo quiero a mi herida tanto.
Es lo que solo me queda de ti.
¡Que viva!