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Décimas numerales, «centésimas».

Aparece en la discografía de

Centésimas del 101 al 177


Ciento una cartas escribidas
pa’ ciento dos veleidosos
y ciento tres mentirosos
con ciento cuatro falsías,
ciento y cinco ansias perdidas
por ciento seis caminantes
de ciento siete aspirantes
a mis ciento ocho caricias,
son ciento nueve delicias
para ciento diez farsantes.

Ciento once vetas de amor,
ciento doce tiene el mundo,
ciento trece en lo profundo
del más doliente dolor,
ciento catorce rigor
rige en la vida engañosa,
ciento quince cariñosas
descargaban a un tiempo
ciento dieciséis el viento,
ciento diecisiete rosas.

Ciento dieciocho galanes
me llegan a saludar,
ciento diecinueve están
a punto de saludarme,
ciento veinte son gendarmes,
ciento veintiuno, de grados,
ciento veintidós soldados
con sus tambores se afanan,
ciento veintitrés me ganan
con sus botones dorados.

Ciento veinticuatro estrellas
me alumbran desde lo alto,
ciento veinticuatro saltos
yo diera por una de ellas,
ciento veinticinco estrellas
están cuidando la Luna,
por tener esa fortuna
ciento veintiséis momentos,
ya ruego con gran contento
pero el venir no se apura.

Ciento veintisiete esquinas
buscándote recorrí,
ciento veintiocho acudí
temblorosa y peregrina,
ciento veintinueve finas
palabras te consagré,
ciento treinta son de fe
porque mi ser lo contempla
y mis costumbres lo ejemplan
ciento treinta y una vez.

Ciento treinta y dos enojos
le diste al alma mía,
ciento treinta y tres gemías
viendo el llanto de mis ojos,
ciento treinta y cuatro abrojos
sangrando yo atravesé,
ciento treinta y cinco el pie
espinas de indiferencia,
ciento treinta y seis dolencias
por tu amor yo me clavé.

Ciento treinta y siete son
las penas del ser humano,
ciento treinta y ocho manos
se acuan sin ton ni son,
las furias de corazón
suman ciento trenita y nueve
sin contar que cuando llueve
aumenta la deligencia,
Señor, dame paciencia
del miércoles hasta el jueves.

No pueden ciento cuarenta
con todas sus injusticias
sumando sus avaricias,
seguir creciendo sus cuentas
que me ocasionan afrentas
sus ciento cuarenta y uno,
si no es ofensa ninguna
son ciento cuarenta y dos
que estás tragándote vos
el pan de la pobre viuda.

Van ciento cuarenta y tres,
todavía tengo pa’ rato
con ciento cuarenta y cuatro
no me detengan tal vez,
ayúdeme, Santa Inés,
los ciento cuarenta y cinco
porque mañana es domingo
y tengo que hacer feriado
y el lunes más descansa’o
vuelvo a empezar con los brincos.

El ciento cuarenta y cinco
me tiene un poco en la mala,
a ver si agarro la pala
y en ella peleo al rey
que es títere de carey
con ciento cuarenta y siete,
relamidos alcahuetes
siempre comiendo bizcochos,
sus ciento cuarenta y ocho
que el diablo bien se los lleve
al ciento cuarenta y nueve
infierno de los fantoches.

Y ciento cincuenta tiene
la independencia de Chile,
murieron miles y miles
porque el morir entretiene,
así me zumba en las sienes
cual campanario en ayuno,
yo ciento cincuenta y uno
rifles para disparar
sobre el burgués imperial
sin tener susto ninguno.

Es ciento cincuenta y uno
el número que me aflige,
ciento cincuenta y dos rige
la causa de mis apuros,
ciento cincuenta y tres muros
tendré que saber cruzar
para poder alcanzar
los pasos de un perro ingrato
y ciento cincuenta y cuatro
azotes le sabré dar.

Por ciento cincuenta y cinco
razones no me detengo,
ciento cincuenta y seis tengo
litigos allá en Niblinto
sabiendo que monos pinto
por ciento cincuenta y siete
defensas a trocho y mocho,
después me voy pa’ Cañete.

Me piden que sea breve
mas yo no puedo ceder
cumpliendo con mi deber
doscientos cienta y nueve;
a ver si algún otro se atreve
seguir del cientosesenta,
señores, ya me doy cuenta,
ciento sesenta y uno es
más complicado que un pez
nadando por la compuerta.

No tengo disturbio alguno
para seguir adelante,
espero que no me salte
de ciento sesenta y uno
pero nombrándome alguno
el ciento sesenta y dos
altero esquivo la voz
del ciento sesenta y tres
porque me sale después
con carraspera la tos.

Y al ciento sesenta y cuatro
quisiera yo hacerle el quite
porque algo se me derrite
adentro de los zapatos
como los ojos del gato
ciento sesenta y cinco anda
corrido por la baranda
y el ciento sesenta y seis
se me resfala y desbanda.

Ya ciento sesenta y siete
salió también a la cancha
como pidiendo revancha
aunque la vida le cueste
si está buscando celeste
ciento sesenta y ocho horas
le falta la cantimplora
pa’l ciento sesenta y nueve,
la visita no se mueve
escuchando la cantora.

Ciento setenta balazos
para matarte, verdugo,
y ciento setenta y uno
pa’ terminar este caso,
ciento setenta y dos lazos
o ciento setenta y tres
que me servirán tal vez
para adorarte en un rato
más ciento setenta y cuatro
para olvidarte después.

Ciento setenta y cinco aguas
para apagar la pasión
que tiene mi corazón
ardiendo como una fragua
tan duro como patagua
desde la rama a la raíz
con ciento setenta y seis
palabras que le prometen
del ciento setenta y siete
voy al pasito por ahí.

(1960)







 
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