“Desde una jaula brota un cantar,
es un jilguero, quiere volar.”
Duraznero y cinacina
señalan la población;
comisaría y panteón,
cercos de piedra y neblina,
la población de Curtina,
la plaza con bienteví,
la canchita del gurí,
pocas paredes y muros,
muchos terrones oscuros;
el cantor vino de allí.
“Este pajarillo no es para adornar
a ninguna jaula, sino pa’ volar.”
Curtina o Tacuarembó,
médanos de San Gregorio,
en la pena o el jolgorio
aquel muchacho cantó;
y en su guitarra voló,
yo no sé de qué manera,
pajarito de madera
con sonoridad de mirlo,
nadie podrá repetirlo,
la invención más pura era.
“De qué lo acusan, díganselo,
pues culpa alguna nunca existió.”
Con la guitarra en la mano,
en este tiempo arbitrario,
fue el muchacho solidario,
poniendo el hombro de hermano,
con el obrero, el paisano,
en el campo y la ciudad,
y peleó a la iniquidad
del dueño de la comarca,
marcó a fuego al oligarca,
clamó por la libertad.
“Este pajarillo pide libertad,
escuchen su canto, no lo hagan llorar.”
La luz volverá, no importa
la larga noche, vendrá
como un canto de xabiá
y la espera será corta;
el fuego que más conforta,
el de los libres e iguales,
la larga noche de males
cambiará en luz meridiana,
tierra purpúrea, mañana,
serás de los orientales.
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