Quiero un tramo de calle santiaguera,
quiero un quicio, un muro y un corredor,
quiero una fachada descascarada,
quiero una ventana para cantar,
ay, ay, ay, ay, ay, para cantar.
Quiero improvisarte una serenata,
quiero que me escuchen y, al despertar,
quiero hacerme dueño de este silencio,
quiero untarle al aire un nuevo color,
quiero una guitarra en tiempo de son,
ay, ay, ay, ay, ay, en tiempo de son.
Quiero cantar y, andando
por los viejos muros de esta ciudad,
subir y unirme a un grupo de troveros
y bajar con Sindo, Matamoros y Manuel;
presentes sus tonadas estarán,
despertarán el callejón.
¡Ay, ay, ay, qué noche,
qué manera de cantar!
¡Ay, ay, ay, la gente
nunca la podrá olvidar!
Quiero despeinar las tejas del barrio,
quiero una farola y su resplandor,
quiero unos canteros de siemprevivas,
quiero un trago doble para empezar,
ay, ay, ay, ay, ay, para empezar.
Quiero me acompañen con dos cucharas,
quiero otra guitarra para florear,
quiero un güiro sordo pero que escuche,
como que el segundo truena mejor,
como vibra el poste de aquel farol,
ay, ay, ay, ay, ay, de aquel farol.
Quiero que no me callen,
porque si lo hacen reventaré,
y en miles de canciones amenazo
diluvio de trovada universal.
Santiago entero se despertará,
se adelantará el carnaval.
¡Ay, ay, ay, qué nota,
qué manera de tomar!
¡Ay, ay, ay, la gente
nunca la podrá olvidar!
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