Buenos días Adela mía
Buenos días Adela mía
dime cómo se descansó.
Adivino por tu sonrisa
tu alegría por ser mi amor.
Cómo van esos desayunos
tengo el hambre de un animal,
un café solo bien cargado
mermelada y tostado el pan.
Presiento un día agotador,
tengo visita de embajador,
no son asuntos de vida o muerte,
son de guerra de maladón.
Hay que ver cómo está el servicio:
no demuestran solicitud.
Ya no son como antiguamente
que servir era su virtud.
Desde aquella inauguración
que comimos sin ton ni son
la cintura se me ensanchó,
se me puso mejor color,
pero esta faja me oprime tanto
y no puedo salir obeso.
Años llevo para imponer
de palmito europeo el cartel.
¡Ay! Adela que feliz eres,
cómo envidio tu condición
ser esposa de un importante
es vivir, te lo digo yo.
No te quejes, no es para tanto:
de vez en cuando una recepción,
un colegio de niños pobres
o una simple postulación,
un té con leche, una reunión,
una agradable conversación
con tus amigas de escalafón,
mientras yo me divierto al golf.
Este traje me queda estrecho
y mi aspecto no es el mejor,
tengo suerte que el embajador
es un anciano encantador
pues la foto es fundamental
así mi prensa la publicará
"que bonita fraternidad"
y sigo sin saber de qué voy a hablar.
Iré veloz con mi coche negro,
desde este auto controlo al pueblo,
moviendo masa soy un artista
y mi destino salta a la vista.
Nuestros hijos están en Suiza,
el mayor es igual que yo
la segunda es como su madre
y el tercero es un gran...
que no estudia y dice que yo
tengo un cargo por mi pasado
y por mi color de camaleón.
Lo que no piensa esa oveja negra
es que yo me batí en la guerra,
esclavo soy de la incomprensión
de esta perdida generación.