Embajador de ninguna parte
Aquí me tenéis, con la valija diplomática
llena de viento y de pompas de jabón.
Tengo la tarjeta escrita con tinta tan simpática
que no la entiende quien no puede darle calor.
Me he construido una embajada con muros de fantasía,
dibujando la puerta con tiza y con carbón la cerradura.
Los dedos han cogido el pomo, sabiendo que cedería,
y me he metido dentro, amigos, tal día hará un año.
Si me preguntáis por mi país.
puede llamarse Ninguna Parte, puede llamarse Por Todas Partes.
No tiene ni poco ni mucho encanto:
todo depende del ojo que lo mira.
A menudo lo hallo en mis palabras,
a menudo se parece a mis compañeros.
No tiene rejas, ni barrotes,
ni jerarquías, ni trampas.
Para subir hasta el despacho, tengo una escalera
de cuatrocientos doce escalones, todos de papel.
El archivo lo utilizo solamente para bailes de gala:
cuando organice el siguiente, ya os invitaré.
Evidentemente, me hacía falta una bandera,
y observaréis que la que ondea es transparente.
Que cada cual se la pinte a su manera,
que cada cual la mueva con su viento.
Si me preguntáis por mi país.
puede llamarse Ninguna Parte, puede llamarse Por Todas Partes.
No tiene ni poco ni mucho encanto:
todo depende del ojo que lo mira.
No se ha impuesto nunca a nadie
ni ha consentido en ser pisado.
Siempre se pasea con el corazón desnudo,
que lo quiere sentir bien aireado.
He concedido asilo a un gato callejero,
a un perro perdido y viejo y a un loro disidente,
pero aún queda sitio para pasar una buena temporada:
pasad, por favor, pasad sin hacer cumplidos.
Y, si os persiguen, no cerréis detrás vuestro:
sé que el miedo no puede cruzar una puerta como ésta,
y que tampoco podrá dormir bajo mi techo
ni trocear mi pan, ni beberse mi vino.
Si me preguntáis por mi país.
puede llamarse Ninguna Parte, puede llamarse Por Todas Partes.
No tiene ni poco ni mucho encanto:
todo depende del ojo que lo mira.
Vaya donde vaya, lo llevo conmigo,
en los bolsillos y en el cerebro,
y esparzo sus virus por el camino
para que enraícen en vuestra piel.
Aquí me tenéis, con la valija diplomática
llena de viento y de pompas de jabón.