El Tradicionàrius, Festival Internacional Folk de Barcelona, nos brindó esta semana pasada la presentación de #3, el tercer disco del arpista Josep Maria Ribelles, uno de los músicos más destacados de la escena folk catalana.
![]() Josep Maria Ribelles, en el concierto del pasado 1 de febrero en el marco del XXXIII Festival Folk Internacional Tradicionàrius 2020.
© Pol Ducable
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Hablar de Josep Maria Ribelles es hablar de cuerdas precipitándose con brío entonando melodías tradicionales, catalanas o vascas o del mismo autor. Melodías acompañadas con acordeón, sonando solas, experimentando y flirteando con el rock, o conversando con el bouzouki de su gran compañero Toni Meléndez. Este es Ribelles: polifacético, inquieto y directo.
Y así fue su concierto de presentación de #3, el tercer disco del arpista catalán. Rodeado de amigos, fue alternando formaciones y mostrando su universo sonoro a través de las complicidades que se iban tejiendo en el escenario del C.A.T. de Barcelona: arpa con banda rock, arpa con el traverso del cántabro Pepín de Muñalén, también precioso dúo de arpas con el irlandés Paul Dooley... incluso un emotivo dúo con su hijo Artur que lo acompañó con el bajo eléctrico. No faltó nadie.
Incluso en la memoria y recuerdo, sobrevoló el aire del manchar de la triki de su gran amigo Kepa Junkera, quien recordamos todos (y más veces que recordaremos Kepa Arrera! durante este Tradicionàrius) y le enviamos fuerza para su recuperación.
En #3 (autoeditado, 2020) Ribelles se sumerge en un universo de experimentación impetuosa y lanzada: notas que se precipitan, juego de cuerdas y dedos que se entrelazan decididas, distorsiones de guitarras eléctricas oscureciendo la luz de la arpa combinadas con la lucidez de solos y las conversaciones metálicas con su amigo bouzouki.
Jotas, fandangos y juegos rítmicos que nos hablan de las raíces de la música folk catalana a través del lenguaje genuino de Ribelles. Un álbum emotivo también, dedicado a la memoria de su padre fallecido recientemente.
El amor a un padre, el amor a unas raíces.
![]() Josep Maria Ribelles con su banda.
© Pol Ducable
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A causa de la pandemia últimamente hemos visto cosas que los humanos no creerían. No han sido naves en llamas más allá de Orión pero hasta un replicante al estilo Blade Runner se asombraría de haber asistido en una catedral gótica a una comunión profana en la que el cantautor murciano Paskual Kantero "Muerdo" ofició de pastor de ceremonias en su altar.
Este año ha sido sin lugar a dudas para todos —y especialmente para el mundo de la música— un annus horribilis. Nos ha dejado mucha gente buena a la que seguiremos recordando e invitando a esta nuestra mesa siempre que podamos. Para los que siguen cantando ha sido un año económicamente difícil, por no decir catastrófico. Aun así, la canción —como arma de construcción masiva—, nos ha seguido dejando obras para una antología. Por noveno año consecutivo hemos elaborado una lista con los discos imprescindibles del año que se ha ido.
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