En la floresta
Él,
con su impecable ademán
de pasar dulcemente las hojas,
en el portal de la casa
sentado en el viejo sillón del abuelo,
leyéndola está
y ella se oculta y se muestra
en la tímida piel del poema,
cada palabra es un gesto,
un perfil que palpable
su imagen completa.
Ay, quién lo convence,
quién demuestra,
que no hay mujer,
que sólo letras
van conformando el pincel
que casi bebible la crea.
Ay, quién va a negar que la ha tenido,
que hasta conoce de sus penas,
que lo convida a venir
consigo a habitar la floresta.
Ella,
con su impecable ademán
de pasar dulcemente las hojas,
en el portal de la casa
sentada en el viejo sillón del abuelo,
leyéndolo está
a él que se oculta
y se muestra
en la tímida piel del poema,
cada palabra es un gesto,
un perfil que palpable
su imagen completa.
Ay, quién la convence,
quién demuestra,
que no hay Don Juan,
que sólo letras
van conformando el pincel
que casi bebible lo crea.
Ay, quién va a negar que lo ha tenido,
que hasta conoce de sus penas,
que la convida a venir
consigo a habitar la floresta.
Autor(es): Carlos Lage