Ojos de neón


El primer deseo que tuve no fue un balón de alquiler,
bebí de mis silencios y la radio como amiga fiel.
Mi habitación era de sueños, hotel de adolescentes,
y las ganas de perderme eran antojos o accidentes.

Tan efímero, pero ganada a golpe de confeti,
compartí la ternura con amantis religiosas,
pecando en supermercados de mi nube gris.
Tan onírico y azul
pero las despedidas tan heladas,
consentidas las miradas...
tan heladas.
Elegidas y ordenadas,
así fueron tus palabras... tan heladas.

Para comulgar la culpa de mis errores,
cierro los ojos de neón.
El pasado robó mis temores
y en una esquina encontréla pasión.

La vida que hoy ya quemé por disculparme poco,
no me dejó seguir nunca el camino del creyente.
Y ahora los años no están ni de rebajas ni verano,
a pesar de los aplausos de la gente de bien.

A día de hoy, escupo a las viejas canciones,
no confundo ya el silencio con perdones.
Me dejo caer en abrazos que jamás olvidan el ayer.
Tan satírico y azul pero las despedidas tan heladas,
así fueron tus palabras... tan heladas.


Autor(es): Javier Gil, Pemi Rovirosa