Vorágine y pastillas para dormir


Ésta es toda la verdad. O por lo menos, nuestra realidad.
Si supieran cuánto tiempo nos lleva poderla armar.

Odiamos la humedad. Y olemos a campeón continental.
Sin embargo nos mordemos la lengua al caminar.

Nos encanta la ciudad. ¡Y sus chicas que apuradas van!
Pollera corta, secretaria VIP, y arde capital. Capital.

Y hundido en este mar de gente cruzo la ciudad entre humo, taxis y poco por vivir.
Y sigo caminando y enterrándome cada vez más en la vorágine y las pastillas para dormir.

Y en cada mesa de algún bar, descansa todo lo que no pudo ser.
Aquella fuga postergada, o los sueños del ayer.

Y si hay alguien a quién reclamar. Son las horas que corren para atrás.
Recordemos que el “para siempre”, dura solo un poco más.

Y hundido en este mar de gente cruzo la ciudad entre humo, taxis y poco por vivir.
Y sigo caminando y enterrándome cada vez más en la vorágine y las pastillas para dormir.

Pastillas para subir, pastillas para bajar. Pastillas para todo lo que te hace mal.

Y hundido en este mar de gente cruzo la ciudad entre humo, taxis y poco por vivir.
Y sigo caminando y enterrándome cada vez más en la vorágine y las pastillas para dormir

¿Dónde van todas las penas de la ciudad?
¿Dónde van todas las cosas que no pudieron ser?