La Chiquita Piconera
El pintor la respetaba 
lo mismo que algo sagrao 
y su pasión le ocultaba 
porque era un hombre casao. 
Ella lo camelaba con alma y vía 
hechisá por la magia de su paleta 
y al igual que una llama se consumía 
en aquella locura negra y secreta.
Y cuando de noche Córdoba dormía... 
y era como un llanto la fuente del Potro, 
el pintor decía, 
¡Ay, chiquita piconera, 
mi piconera chiquita! 
Esta carita de cera 
a mí el sentío me quita. 
Te voy pintando, pintando 
ar laíto der brasero
y a la vez me voy quemando 
de lo mucho que te quiero. 
¡Várgame San Rafael, 
tener el agua tan cerca 
y no poderla bebé!
Ella rompió aquel cariño 
y le dio un cambio a su vía, 
y el pintor iguá que un niño 
lloró al mirarla perdía. 
Y cambió hasta la línea de su pintura, 
y por calles y plazas lo vio la gente 
deshojando la rosa de su amargura 
como si en este mundo fuera un ausente.
Y cuando de noche Córdoba dormía... 
y era como un llanto la fuente del Potro, 
el pintor gemía: 
¡Ay, chiquita piconera, 
mi piconera chiquita! 
Toa mi vía yo la diera 
por contemplar tu carita. 
Mira tú si yo te quiero 
que sigo y sigo esperando 
ar laíto der brasero 
para seguirte pintando. 
¡Várgame la Soleá, 
haber querío orvidarte 
y no poderte orviá!
Writer/s: Rafael de León, Nicolas Callejón, Manuel Quiroga