La águila negra


Un buen día, o quizás una noche,
a la orilla del mar me había dormido
cuando, de pronto, como rasgando el cielo,
surgió un águila negra del vacío.

Lentamente, agitando sus alas,
lentamente, giraba en torno mío.
Cerca de mí, en un rumor de plumas
cual caído del cielo, el ave se posó.

Sus ojos eran de color rubí,
y sus plumas del color de la noche.
Mil delicados rayos en su frente,
el pájaro, rey coronado, irisaba un gran diamante azul.

Con el pico me acarició la cara,
y en mi mano deslizó su cuello.
Entonces, sólo entonces, comprendí,
qué imagen del pasado, a mi lado había regresado.

¡Pájaro querido! Llévame al país
de otros tiempos, y sé mi amigo.
Como antes, en los claros sueños de infancia,
Para recoger temblando estrellas y más estrellas.

Como antes, en mis sueños de niño,
como antes, sobre una nube blanca,
El sol incendiaremos, como antes,
regaremos con lluvia la isla del recuerdo.

Pero el águila negra desvió la mirada,
se elevó en un instante y se perdió en el cielo.


Writer/s: Barbara