Canto para que llores
leyendo y pensando que el mundo es tan rico
y que sus miserias están desatadas
para que la tierra les queme las alas;
después de un amigo con frío y plañidero,
después de la fiebre de los aguaceros,
he llegado al borde y un beso vacila
al borde de un alma y al pie de tu vida.
Y canto para que llores,
canto para no amarte,
canto a modo de hechizo
que arme lo que se deshizo.
Luego vendrá el silencio
con su canción de muertos.
Luego tendré que irme
más soldado y menos firme.
Después de la estufa que inventó mi hermana
y de no saber ni el color de tu cama,
—allí vive el miedo, tísico y enfermo— ,
alcánzale un día una estrella al infierno.
Madura ese beso a constancia y paciencia,
recurre a las formas que indica la ciencia,
pero abre los fuegos que tienes dormidos,
no sea que recojas un beso podrido.
Canto para que llores,
canto para no amarte.
Canto a modo de hechizo,
que arme lo que se deshizo.
Luego vendrá el silencio
con su canción de muertos.
Luego tendré que irme
más soldado y menos firme.
Madura ese beso a constancia y paciencia,
recurre a las formas que indica la ciencia,
pero abre los fuegos que tienes dormidos,
no sea que recojas un beso podrido y frío.
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