Dime cuánto vale


Un parque solitario, noviembre, un poco de lluvia.
Los pies que pisan hojas muertas, recuerdos de canciones.
Un lecho donde poder abandonarse a la fiebre que sube.
El gusto cargado de promesas de los primeros besos.
Las horas vividas en los bosques frondosos de un libro.
Los sueños delante de una tele apagada.
Unas nubes plomizas sobre el mar, y el aire que vibra
al sentir la tormenta que lo llena de electricidad.

Si quiero comprar todo esto, dime cuánto vale.
dime cuánto vale todo esto, si te lo quiero vender...
Si con sólo frotarlo con dinero se convierte en cenizas,
si en ningún catálogo sale nunca nada parecido.
dime cuánto vale en miradas,
en palabras, en besos...
Respóndeme, si puedes.
dime si no es una pena
que ni una cadena
emita sus anuncios.


Les incalculables sorpresas que esconde el alba.
El rostro entrevisto fugazmente una mañana en el autobús.
La luz del crepúsculo y el olor a tierra mojada.
La habitación de hotel donde se exploran dos cuerpos desnudos.
El sabor inminente del viaje cuando ya estás en el andén.
La dulce tristeza de un adiós apagado por el silbato.
Y el agua y el pan cuando te mueres de sed y de hambre.
Y el bar que te acoge cuando fuera es de noche y hace frío.

Los muebles que saben llenar tantos rincones de la memoria.
Aquel viejo sofá que te permite ejercer de gandul.
Los ojos tan abiertos de una niña que escucha una historia.
Los tiernos espectros que surgen del fondo de un baúl.
La gente que no abandona la lucha a pesar de la fatiga.
La casa donde alguien te espera, donde alguien piensa en ti.
La mano del amigo reencontrado, y el cabello de la amiga
que el viento ha traído de vuelta y que no se volverá a llevar.
Versión de Miquel Pujadó
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