Y ¿quién puede decir?
Y ¿quién puede decir que sea ese el fin del hombre
por mucho que juegue a construir muletas y cañones?
Creemos hacer que gire el mundo, todavía
cuando bajo nuestras huellas de oro la muerte se confía.
Pero aún no hemos podido corromper el corazón del alba;
No es tan poderoso ni tan miserable el brazo bárbaro.
Aún perdura la chispa de una paz, aún aletea
Allí donde el orgullo del señor y del esclavo tambalea.
Allí donde la hoja que cae en el otoño, sin amores,
regala su cuerpo a la tierra, que hará pequeñas flores.
Aún el hombre puede sanar de su ceguera
por poco que descubra que siempre hay una flor que espera.
por mucho que juegue a construir muletas y cañones?
Creemos hacer que gire el mundo, todavía
cuando bajo nuestras huellas de oro la muerte se confía.
Pero aún no hemos podido corromper el corazón del alba;
No es tan poderoso ni tan miserable el brazo bárbaro.
Aún perdura la chispa de una paz, aún aletea
Allí donde el orgullo del señor y del esclavo tambalea.
Allí donde la hoja que cae en el otoño, sin amores,
regala su cuerpo a la tierra, que hará pequeñas flores.
Aún el hombre puede sanar de su ceguera
por poco que descubra que siempre hay una flor que espera.
(1978)
Versión de Joan Baptista Humet
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