El agua se va agotando y se renueva; lo importante es el vaso


Qué triste ver un mundo de cristal
sobre un pedazo de calle destruido.
Qué triste, señores ver el mar
abarcando emprendedores.
¿Quién forja la cabeza,
quién quiere ser motor,
quién carga sin espaldas
el peso de la muerte?
¿Quién quiere fe de mí;
quién quiere fuego de mis cicatrices
para después, qué?
Han pasado años por mi piel de escamas,
raíles al rojo se han hundido en mi carne.
No soy de bronce ni marfil:
yo sólo soy un buscador de utopías presentes,
sin fin.
No puedo ver que me miren con esperanza:
no soy ejemplo de nadie.
Amo a los hombres que son como son
y se mueren cumpliendo su vida,
con ellos mismos.
Yo no nací atado a un mundo:
soy libre al viento.
Pero qué triste, señores,
ver un mundo de cristal
sobre un pedazo de calle,
destruido.

(1969)

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A Vivian, en los días de arrancada

Esta canción aparece en la discografía de
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