Décimas (32): Mi don Andrés Bobadilla (o Los Bobadilla en mi cuento)


Los Bobadilla en mi cuento
personas son importantes,
buen corazón y galantes,
los llevo en mi pensamiento.
Haciendo justo recuento,
confieso que salvadores
fueron de nuestros dolores,
quinientas veces quizás.
Por su infinita bondad,
los nombro en estos renglones.

Gozaban los Bobadilla
de una posada flamante,
cocinas y restaurante
y nueva carnicería.
Con tantos bienes, podían
tirarle trigo a estos pollos,
y nos mandaban frangollo,
perniles y chicharrones.
Bendigo sus corazones
con este humilde cogollo.

Bueno el Guatón Bobadilla
con todo su vecindario,
igual su esposa Rosario
con toda chiquillería.
Larguita era la pandilla,
sumábamos diecisiete,
sin incluir los Poblete’,
tampoco los Retamales,
porqu’ estos eran formales,
medio botados a cuete.

Había unos matones,
los hijos de la Viviana;
nos tiritaba la pana
con sus siniestras razones.
Ladinos como ratones,
más flacos que palo seco,
con miles de recovecos
y nudos como coligüe,
saltones como chirigües,
los llamaban Los Culecos.

La paz perduraba. Justo
entrando los dos Culecos,
haciéndose los muy suecos
pa’ no espantarnos de susto,
aquel ratito de gusto
no dura más que un boca’o.
Haciéndose los cura’os
se meten en la pandilla,
nos pegan en las canillas
y arrancan los condena’os.
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