Décimas (70): En l’Argentina (o Muy tarde, señor oyente)


Muy tarde, señor oyente,
p’hablar de arrepentimiento;
no mostré güen sentimiento
estando el cuerpo presente.
P’hablar de arrepentimiento
sobra tiempo y sobra boca;
caro me cuesta, por loca,
mi afán de rodar los mundos,
me dic’el viento iracundo,
me lo repiten las rocas.

Del avión a l’Argentina
llego con frío glacial.
M’encamino al hospital
a dejar mi lech’ indina.
Los pechos se me lastiman
con el sagrado alimento,
teniendo el convencimiento
que d’hambre llora en la cuna
la que sin culpa ninguna
dejé sin remordimiento.

En el hospital me ofrecen
una guagüita cualquiera,
con ansias muy verdaderas
la leche la favorece.
En mis rodillas se mece,
mis ojos son dos raudales
que humedecen los pañales
llorando a mi Rosa Clara;
benhaiga la cuenta cara,
los pagos descomunales.

Cuarto día doloroso,
subimos en un vapor;
aumenta más mi dolor
con ese mar tragedioso.
Mis compañeros gozosos
me sacan del camarote,
me ofrecen unos azotes
si voy con tanta lesera.
Me convierten en viajera
con el dolor al cogote.

Pasa un día, pasan más:
ya estamos en el Brasil;
el agua de toronjil
la conchavié por la mar.
El rastro no vi jamás
de aquel vivir tan distinto,
amores y vino tinto,
canciones y marineros,
baile, risa, mar y cielo;
inoro qué mono pinto.
Idiomas

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