Por una muñeca me hice chiquitín (o Me hice chiquito)


[Versión de Paco Ibáñez]
(Adaptación: Pierre Pascal)

Por una muñeca me hice chiquitín

Quitarme el sombrero, antes, ni hablar
por una dama,
hoy día me arrastro y no sé qué más
cuando me llama
Fui perro feroz, me da de comer
en su manita
mis dientes de lobo se han de volver
mansa boquita.

Por una muñeca me hice chiquitín
que al descansar cierra los ojos.
Por una muñeca me hice chiquitín
dice «mamá» cuando la toco.


Estoy a sus pies, qué será de mí,
es mi verdugo;
por sus celos paso las de Caín
bajo su yugo.
A un bello alhelí que me pareció
de maravilla,
a un bello alhelí me lo arrebató
con su sombrilla.

Gitanos y magos descifraron ya
el maleficio,
que sus lindos brazos la cruz serán
de mi suplicio
Mejores los hay, peores quizás
y, al fin y al cabo,
que me cuelgue aquí, que me cuelgue allá,
cebada al rabo.


[Versión y adaptación de Ángel Parra]

Me hice chiquito

Quitarme el sombrero: eso jamás ante una dama.
Hoy le hago piruetas y mucho más cuando me llama.
Fui un perro feroz, me da de comer en su manito
y mis dientes largos los convirtió en dientecitos.

Por una muñeca me hice chiquito
al acostarla cierra los ojos.
Por una muñeca me hice chiquito,
dice mamá cuando la toco.


Yo fui un desalmado y me transformó
esta mosquita, caí calentito doradito en su boquita,
dientes de pequeña al sonreír y cuando canta colmillos
de loba, si se enoja a mí espanta.

Yo acepto su ley y me porto bien bajo su imperio
aunque sea celosa que es de temer y no hay remedio.
Una lolita que me pareció mucho más bella,
la pobre lolita hasta ahí llegó, la mató ella.

Los magos que leen el porvenir, ya me lo han dicho:
sus brazos en cruz serán el altar de mi suplicio.
Mejores las hay, peores tal vez, al fin y al cabo.
Que me cuelgue aquí, que me cuelgue allá, moriré ahorcado.


[Traducción a partir de la adaptación al catalán de Miquel Pujadó]

Me he hecho muy pequeño


No me quitaba el sombrero ante nadie
jamás de la vida.
Ahora me arrastro y le doy mi corazón
en cuanto me llama.
Yo era un perro rabioso, y ahora como
en su mano:
Mira por donde, el amor sabe ablandar
la más dura roca.

Por una muñeca me he hecho muy pequeño
-cierra los ojos cuando la acuestas.
Por una muñeca me he hecho muy pequeño
-dice “mamá” si alguien la toca.


Parecía difícil, pero me convirtió,
la muy puñetera,
i caí asado en sus dientes
-carne de primera.
Dientes que son de leche cuando sonríe,
cuando canta,
pero que se vuelven dientes de lobo cuando llega
la sangre al río.

La obedezco en todo, mi corazón no osa
discutirle nada,
aunque ninguna mujer, os lo aseguro,
es tan celosa como ella.
Una florecilla que me pareció
más bella que ella...
Una florecilla, la destrozó
a golpes de sombrilla.

Magos de todo tipo me han dicho
sin andarse por las ramas
que en sus brazos sufriré
el último suplicio.
Los habrá mejores, los habrá peores…
¿Para qué engañarse?
Ya me dirás qué importa colgarse aquí o allá,
cuando tienes que ahorcarte.
Versión de Georges Brassens
Versión de Eva Dénia
Versión de Miquel Pujadó
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