En la muerte de Germán Coppini
Amigo Germán Coppini... «Un empujón brutal te ha derribado», ¡es cierto!..., pero es imposible derribar tu canto aunque estos sigan siendo «Malos tiempos para la lírica»
La noticia me llegaba ayer de atardecida a través de Pablo Lacárcel; amigo común y, en realidad, feliz culpable de la grabación de "América herida", último disco de Germán Coppini.
La noticia me llegaba ayer de atardecida a través de Pablo Lacárcel; amigo común y, en realidad, feliz culpable de la grabación de "América herida", último disco de Germán Coppini.
Germán Coppini
Portada del disco «América herida» de Germán Coppini.
Germán Coppini
Portadas de distintos discos de Germán Coppini.
Germán Coppini acompañado a la guitarra por Armando Martínez durante su actuación en la Sala Galileo de Madrid.
© Juan Miguel Morales
Germán Coppini, fotografía de Juan Miguel Morales publicada en su libro «Retratos de cantantes».
© Juan Miguel Morales
Vinilo de «América herida» de Germán Coppini.
«Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado. [...]
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero».
(Miguel Hernández)
Germán estaba muy grave, su hígado había dejado de funcionar y se nos iba... Y la "noche buena" se mi tiñó de gris, de dolor... ¡Qué cabrona es la muerte!
Hoy confirma la muerte de Germán Coppini y quiero abrazarle y decirle lo mismo que en nuestras últimas conversaciones telefónicas: "¡Germán eres muy grande; la música en este país te debe mucho y ¡vamos a por todas!"... No tuvimos tiempo... Estábamos luchando contra viento y marea para presentar, como se merecía, su América herida, y para reivindicar juntos la auténtica memoria de la "canción de autor" contra el olvido.
Hace unos meses publicaba aquí un artículo dedicado a Germán; me voy a permitir evocar algunas de las cosas que escribí entonces reafirmándome en todas ellas. Sé, porque me lo dijo, que le había "encantao", sobre todo mi apoyo a su América herida, disco –sin duda– de los mejores y más interesantes publicados en el año que se nos va.
En la historia de la música y de la canción popular hay compositores e intérpretes que, a través de sus creaciones, han entrado a forman parte de la "memoria colectiva" de un tiempo y de un país, y que muy difícilmente serán olvidados; uno de ellos es, sin duda, German Coppini.
No voy a detenerme aquí en su larga y apasionante trayectoria creativa y musical, basta recordar sus presencias en grupos como "Siniestro total" o "Golpes Bajos"; o dos —entre muchos— de sus inolvidables discos en solitario a los que personalmente estuve "colgao" mucho tiempo El ladrón de Bagdad y Carabás; o sus colaboraciones con amigos y amigas como Carmen y Gloria (Vainica Doble), Paco Clavel o el genial Tino di Geraldo.
A través de sus canciones he sido un admirador hondo de la obra y de la personalidad de Germán Coppini y, por ello, fue para mí un acontecimiento personal de inmensa satisfacción el día en que le conocí personalmente; satisfacción, sorpresa e incluso una gran emoción inesperada... Os cuento:
Ocurrió el 14 de octubre del año pasado en la Sala Galileo Galilei, de Madrid. Aquel día fui invitado por el Comité "Por la libertad de los Cinco", a presentar un acto para pedir la liberación de los cinco presos cubanos en Estados Unidos. Entre los personajes que tuve gozosamente que presentar estaba Germán que cantó acompañado a la guitarra por Armando Martínez. Os aseguro que —cosa rara en mí— en aquel momento me sentí hasta un poquito nervioso: "Coppini era, y es, mucho Coppini".
Le presenté, me quedé en una esquina del escenario y fue muy emocionante —¡sorprendentemente emocionante!—; sobre todo cuando cantó Pobre del cantor de Pablo Milanés. Os propongo escuchar su versión a través de este enlace de "goear" que he descargado en mi cuenta:
Tras su actuación hablamos un ratito en el pequeño camerino del Galileo sobre lo importante y lo necesario que resulta, hoy en día, la recuperación de la memoria contra el olvido, en particular respecto al canto popular que impulsó y acompasó nuestras pasiones y nuestras luchas por la libertad, en los años trágicos y despiadados de la dictadura franquista... Hablamos y en pocos minutos nos sentimos cercanos y cómplices de muchas cosas; en aquel momento, por supuesto, de los "latidos heridos y esperanzados" de Cuba y de toda América Latina.
A los pocos meses, Germán Coppini me hizo llegar su maravilloso LP titulado: Germán Coppini y los Voluntarios. América herida.
De este disco de Germán hice en julio de 2012 cuatro breves comentarios que subrayo y vuelvo a repetir:
En primer lugar, he de decir que nos encontramos ante un trabajo musical valiente, arriesgado, necesario e imprescindible. Germán vuelve su mirada y reactiva su sensibilidad y sus sentimientos —más profundamente humanos— sobre algunas de las canciones que nos llegaron de América Latina en los años sesenta y setenta, y que conformaron, de alguna forma, nuestra identidad libre, revolucionaria y esperanzadora. ¡Falta hacía un disco como este en un tiempo tan olvidadizo y "camaleónico"!
En segundo lugar, éste es un disco al que yo calificaría como "para el aprendizaje". En concreto, para el aprendizaje de muchos cantautores y cantautoras jóvenes que "militan" en la "ignorancia" de la tradición y de las raíces de nuestra música popular; jóvenes creadores sin referentes que andan medio perdidos —algunos no sé sabe muy bien por qué, con cierto éxito— en este apasionante género que es, para mí, la "canción de autor". Este es un disco para que muchos de esos jóvenes —que se autoproclaman "cantautores"— se sienten a escucharlo despacito... ¡Claro que para eso —y aquí radica el problema— tendrían que reconocer que tienen mucho —o al menos, algo— que aprender! No son muchos los que lo reconocen.
En tercer lugar, este es un disco que nos sumerge en la experiencia que supone vivir en la contradicción entre el dolor —hambre, guerra, pobreza, explotación, injusticia, esclavitud, represión— y la esperanza; una contradicción que queda reflejada en las imágenes y en el juego de colores de su cubierta, y que, pese al dolor de las "heridas", rezuma horizontes de luz; horizontes que Coppini deja muy claros en las dos canciones con las que concluye la cara A y la Cara B de su disco en soporte vinilo: Abre la ventana —cara A— y Vamos por ancho camino —cara B—, ambas de Víctor Jara.
Y, en cuarto lugar, nos encontramos con un disco —editado en soporte LP de vinilo y en CD— hermosísimo en su diseño y en su maquetación.... Me encanta la gran "dignidad" con la que ha sido tratada esta América herida de Coppini. ¡Nada de cutrerías! ¡Nada de nostalgias ridículas e insultantes! ¡Nada de regresiones!... ¡Todo lo contrario!... Plástica y musicalmente es un disco bello, luminoso, actual, comprometido, muy cuidado, muy bien compuesto, muy bien arreglado, muy bien interpretado, bien producido... ¡Como se merece su contenido; como se merece la "canción de autor"; como se merece la América hermana; ...aún en tiempos de "crisis"!
Y concluyo este artículo —pórtico de otros muchos que vendrán sobre Germán—, con dos versiones de una de sus canciones de referencia, la titulada Malos tiempos.
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