Concierto en el CCK
Gustavo Santaolalla, un gesto de retorno y una mirada retrospectiva
Las asperezas del sonido urbano y el paisajismo de la música rural conviven sin rupturas en el enfoque estético del compositor argentino Gustavo Santaolalla, al igual que la fuerza del rock y el intimismo del trovador, las formas incidentales de la música puesta al servicio de otros formatos o la centralidad de la música en tanto lenguaje abstracto.
Las asperezas del sonido urbano y el paisajismo de la música rural conviven sin rupturas en el enfoque estético del compositor argentino Gustavo Santaolalla, al igual que la fuerza del rock y el intimismo del trovador, las formas incidentales de la música puesta al servicio de otros formatos o la centralidad de la música en tanto lenguaje abstracto.
Gustavo Santaolalla.
Télam | Mariano Suárez - Acostumbrado a intercambiar con naturalidad todos los roles dentro de la industria de la música, Gustavo Santaolalla concretó en la noche del jueves un acto de retorno a su primer instinto, el oficio de músico, en un concierto que realizó en el CCK de Buenos Aires, en el que ofreció una mirada retrospectiva de su extensa trayectoria.
Todas esas expresiones aparecieron anoche, debidamente maceradas, en la revisión (porque mucha de sus canciones fueron sometidas a un mestizaje en relación con sus registros originales) que significó el repertorio interpretado por el músico y productor.
"Yo siempre suelo mirar hacia adelante. Rara vez me siento a ver lo realizado, a reflexionar sobre ello. Pero muy cada tanto uno mira el camino y no queda más que reconocer lo mucho que se ha transitado. Esa es la búsqueda de esta noche", expresó Santaolalla poco después de haber inaugurado el concierto con Abre tu mente.
A propósito de esta recuperación en escena del pasado del ex músico de Arco Iris, Santaolalla convocó a una formación con músicos de extraordinarios antecedentes, todos con vocación por la fusión y comunión de lenguajes. La integraron Javier Casalla en violín, Nicolás Rainone en guitarra, Pablo González en batería, Andrés Beewsaert en piano y teclados varios, y la cantante Barbarita Palacios. Con ese elenco ofreció hace días un prólogo de este concierto en el Teatro Colón.
En el recorrido de la noche fueron surgiendo canciones de diferente tiempo, aunque ya en sus presentaciones originales muchas de ellas ya mostraban a Santaolalla como un músico heterodoxo entre sus pares.
Así apareció, por ejemplo, Zamba, aquel tema de Arco Iris, ajustado a los rigores de la forma de la danza folclórica e interpretada con un sonido eléctrico. "En aquellos tiempos, en los que parecía que lo importante para todos los colegas del ambiente era sacar patente de rockero, fuimos muy criticados por hacer estas cosas. Pero el tiempo —decía mi viejo— ecualiza todo: pone cada cosa en su lugar", reflexionó.
Así se fueron desplegando sobre el escenario canciones y obras instrumentales del músico que, además de su irrupción con Arco Iris, trabajó junto a León Gieco en el proyecto De Ushuaia a La Quiaca, lideró la formación de tango electrónico Bajofondo, musicalizó películas como Babel y Secreto en la Montaña, por las que recibió sendos premios Oscar, e influyó en el crecimiento de numerosas bandas de la música latinoamericana desde su rol de productor.
En el concierto, programado en dos partes, se sucedieron canciones como Y una flor; Río de las penas, que solía interpretar junto a Mercedes Sosa; Detrás; Brokeback mountain; el célebre Mañanas campestres; Ando rodando o Sudamérica 90.
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