La corte del rey loco
No quisiera importunaros con mi historia
que termina de esta forma tan abrupta,
soy un hombre que, si busca en la memoria,
no halla mácula que empañe su conducta.
Nací príncipe, dijeron los galenos,
que atendían a mi madre ensangrentada,
y aunque roja era la sangre, no azulada,
a mí me tocó el dosel y a otros el cieno.
Unos creen que rige poco
otros que ha perdido el norte
bienvenidos a la corte del Rey Loco.
Me nombraron heredero de mil tronos
me abrumaron con ofrendas y agasajos
yo que vengo, como todos, de los monos,
recibía las lisonjas cabizbajo.
De pequeño les pedía a los chavales
que al jugar conmigo no me dieran coba,
si lo hacían yo corría hasta mi alcoba,
¿qué sentido tiene el juego sin iguales?
Unos creen que rige poco
otros que ha perdido el norte
no hay amigos en la corte del Rey Loco.
Intenté no pocas veces escaparme
de ese infierno de postines y boato,
me encontraban y volvían a adularme
recitando panegíricos baratos.
Por más trajes, uniformes y ademanes
soy un hombre, nada más, de carne y hueso,
por la guerra siento horror, del tiempo el peso,
no soy vuestro capitán de capitanes.
Unos creen que rige poco
otros que ha perdido el norte
no hay un líder en la corte del Rey Loco.
Cuando quise amar como aman los mortales
con ternura o aspereza, pero arrestos,
me embaucaron con lascivas bacanales
y fui títere de amantes deshonestos
que acudían al calor embravecido
de un poder que ni me arrogo ni detento,
ese que os entregaría en un momento
por la más liviana flecha de Cupido.
Unos creen que rige poco
otros que ha perdido el norte
no hay amores en la corte del Rey Loco.
Coronado al fin me vi, rey de los necios,
de burócratas y oscuros magistrados,
cuyos ojos me mostraban el desprecio
del que tiene que lidiar con un tarado.
Intenté cambiar las leyes, lo prometo,
les grité como el pastor grita a las cabras,
pero a saco roto fueron mis palabras,
me encerraron y perdí el poder de veto.
Unos creen que rige poco
otros que ha perdido el norte
hay intrigas en la corte del Rey Loco.
Luego todo se jodió, se vino abajo
su castillo de codicias y ruindades
y, a vosotros, los sin casa y sin trabajo,
os han dicho que son mías sus maldades.
Y aquí yazgo maniatado en el cadalso
con el hacha calibrando mi gaznate,
si estimáis que soy culpable que me maten,
pero dais muerte a un igual pues todo es falso.
Unos creen que rige poco
otros que ha perdido el norte
no hay clemencias en la corte del Rey Loco
Autor(es): Marc García Arnau