Los patriotas
Sabed que lo que jode a un cojo en mi país
no es el ya no poder perseguir mozas, ¡vive dios!
sino el no ser capaz de irse de nuevo a combatir
la fiel rama de olivo nunca fue nuestro blasón.
Y aquello que a los ciegos duele hasta rabiar
no es el ya no poder mirar muchachas, ¡vive dios!
sino el no ser capaces de volver a contemplar
la luz con que rutila la bandera bicolor.
Lo que ha puesto a los sordos tristes a morir
no es el no oír cantar a las sirenas, ¡vive dios!
sino que en los desfiles ya no puedan percibir
el son de la corneta, la trompeta y el tambor.
Al mudo, claro está, lo que le sienta mal
no es el no ser capaz de echar piropos, ¡vive dios!
es no poder cantar a coro el himno nacional
y dar el do de pecho en el ¡tachín tachín tachón!
Aquello que a los mancos hiere hasta sangrar
no es el ya no poder pellizcar culos, ¡vive dios!
es no lograr rendir propio saludo militar
¡jamás una peineta pudo hacerse con muñón!
Lo que al tullido le impide sonreír
no es el ya no poder rondar zagalas, ¡vive dios!
sino el no ser capaz de atacar un país hostil
cargando a bayoneta como carne de cañón.
Lo que a un castrado da morriña sin igual
no es ya no complacer a su señora, ¡vive dios!
es no poder violar a toda fémina rival
¡qué rica la paloma de la paz al chilindrón!
Y si nuestros caídos no descansan bien
no es por ya no poder morir de amores, ¡vive dios!
es que jamás podrán volver a hacerse hundir la sien
¡el que no muera mártir no merece redención!
Autor(es): Georges Brassens