Parte médico
He perdido tripón, he perdido papada,
y al ser de sopetón, de una forma tan rara,
hay quien dice que estoy enfermo terminal
que ni el mismísimo Asclepio conoce mi mal.
Hoy que ya el lago Ness no genera taquilla
soy el tema del mes de las gacetillas,
me citan sin parar en sus obituarios,
me quieren amortajar con papel de diario.
Harto de parecer el tonto de clase,
tanta muerte a destiempo no me complace,
yo que estoy hecho un toro, no aparento mi edad,
me avanzo y escribo a todos cuál es la verdad.
La verdad, caballeros, aquí se la libro,
si he llegado a perder más de cuarenta kilos,
es culpa de Mimi, de Fernanda, de Carmen
y de otras tantas, en fin, que no logro acordarme.
Si he dejado de estar entre obesos y gordos
es porque follo, porque follo, porque follo
como un orangután, un búfalo, un carnero,
no sé lo que me dan que me he puesto en celo.
Voy a contarlo bien: tengo alma de sátiro
y su porte también, pero no tan rápido,
me falta la virtud, ya veis que no me halago
pues todavía ninguna me ha gritado "¡Bravo!".
De entre todas las flores que hay en mi lista
cuento a algunas mujeres de periodistas,
que ponen gran empeño, creyéndome pachucho,
en hacerme feliz con un buen arrechucho.
Su pasión es feroz y un punto mágica
en todas esas posturas tan pornográficas,
subidas a la mesa, con las nalgas al aire
sobre los fajos de prensa que no compra nadie.
Es por eso que el día en que sus esposas
luzcan culo en la playa tan orgullosas
todos podrán leer, impresos al inverso,
los chismes, los cotilleos, los ecos diversos.
Y si oís un rumor detrás del tabique,
un sutil estertor, como alguien que gime,
no penséis lo peor: "El tito Georges expira",
es el modo normal en que un ángel suspira.
Y si se oye gritar como en la Gran Guerra:
¡Arriba, arriba los muertos!, no es una trinchera,
es la esposa exaltada de un gran jefe de prensa,
esforzada en lograr que de nuevo esté tensa.
Mentiría al decir que siempre he ganado,
del combate se puede salir trasquilado.
Hipócrates me dice: "Es una diarrea",
y Galeno contesta: "Que va, es gonorrea".
Ambos tienen razón, si Venus castiga
un cristiano de bien perdona y olvida
y aunque te pueda hinchar el pene cual pepino
rara vez te meterá en una caja de pino.
Y aunque el ser libertino traiga estas penas
y mi barco a Citera esté en cuarentena
no tengo todavía, lo digo y que aquí conste
ese incógnito mal al que no dais nombre.
Si he dejado de estar entre obesos y gordos
es porque follo, porque follo, porque follo
como un orangután, un búfalo, un carnero,
no sé lo que me dan que me he puesto en celo.
Autor(es): Georges Brassens