Geografía
asomada a los crujientes secanos
que buscan grandes puertas
para escapar al insulto
de los Paradores de Turismo,
Zaragoza limita al Norte
con la desesperación de los rebaños eternamente soñolientos
que aman el hambre casi humana del pastor
acurrucado y solo
como una masturbación en los espartos.
Zaragoza limita al Sur con las arpilleras rotas en los presidios
balanceadas por el aliento de los castigados a celdas,
humillados por la oscuridad del pánico,
por el aluminio de los tenedores
por los ojos implorantes
dejados caer a ciegas desde las galerías,
Zaragoza limita al Sur
con la acusación de los cipreses testificales
erguidos ante una Muralla China de tapias fusiladas
en cada madrugada inmóvil.
Zaragoza limita al Este con la ira del viento
que aún no ha conseguido borrar los nidos de ametralladoras,
que no ha sido capaz de rellenar aún
la herida prolongada de las trincheras que continúan,
en las que el romero, respetuosamente, se niega a florecer.
Zaragoza limita al Este
con el llanto de los sobres ministeriales comunicando muertos,
con la mano helada ofrecida por los funcionarios crueles, complacientes,
con el terror blanco de los registros domiciliarios,
con la ensordecedora desnudez
en los interrogatorios llevados hasta el fin,
hasta todo el silencio.
Zaragoza limita al Oeste
con la indiferencia de los campanarios,
con la carcoma sonora que asciende en la oquedad
de los retablos platerescos ausentes,
en la ya desconchada purpurina
del manto de Santa Engracia,
en la blancura un poco ajada de Santo Dominguito de Val,
rodeado de judíos feroces pintados de negro.
Zaragoza limita al Oeste
con los amaneceres rebosantes de sacos y de gitanos
el hambre alzada hasta el orgullo de los anchos ojos
buscando en las basuras de nadie sabe qué pradera o justicia
disputándose el pan y los espejos.
Zaragoza limita con toda limitación,
con el frío y las voces
de las esquinas custodiadas
por los tercos vendedores de iguales,
únicas voces permitidas,
únicos gritos golpeando las calles,
únicos y ciegos.
Ciegos
Abrid los ojos.
A cinco años de su fallecimiento, el periodista Miguel Fernández publica Me va la vida en ello un retrato profundo y cercano de Luis Eduardo Aute, con testimonios inéditos de su entorno más próximo.
La cantante carioca Nana Caymmi, hija del legendario Dorival Caymmi y figura emblemática de la música popular brasileña, murió este martes a los 84 años tras varios meses de complicaciones de salud. Su carrera, profundamente ligada a la samba y al bolero, dejó una huella imborrable en el panorama musical del país.
El festival BarnaSants rinde homenaje al compositor griego, símbolo mediterráneo de lucha, la libertad y el antifascismo, con un gran recital que reúne a artistas de distintas disciplinas como Maria del Mar Bonet, Manolo García, Juan Valderrama, Kostas Triantafillidis o Manolis Andraoulidakis; y que pone en valor su obra musical y su compromiso político.
La cantautora chilena Magdalena Matthey combina en Instinto raíces latinoamericanas con sonoridades setenteras y cuenta con las colaboraciones destacadas de Natalia Lafourcade y Tata Barahona.
El cantautor chileno Nano Stern vuelve a Europa con Inventemos un país, una gira en la que presentará en el festival BarnaSants el disco grabado en homenaje a Víctor Jara y ofrecerá un repaso por las canciones más emblemáticas de su repertorio, junto a un homenaje a los grandes referentes de la canción popular chilena como Violeta Parra, Patricio Manns y el propio Jara.