Con la infancia y lo demás
sobre un playazo habanero.
Los juguetes me aburrían
antes que el próximo enero
llegara con un rey mago
sobre mi padre o mi abuelo.
Era una niñez de hombre
mirando a Fidel del lejos.
Era una niñez de sueños
junto a la Ilíada de Homero,
reviviendo las batallas,
los Teucros y los Saqueus.
Era un tiempo de maldades
y el pantano a media pierna
y zapatos colegiales
en las fiestas.
Era una mansión muy grande
para una mujer bajita
que sacaba de la manga
celestiales galleticas
a la hora en que picaban
nuestras pequeñas barrigas.
Y mi corazón corriendo
tras un ciclón argentino
que se apareció en mi barrio
con su acento cantarino
y un pelo por la cintura
tan negro como el destino.
Y la Gabriela llevaba
a todos a su dominio.
Y fue mi primera novia
siendo un niño.
Y un día me fui llorando
porque de todas maneras
Gabriela vuelve a su Patria
montonera.
Me faltan los que se han muerto
y algunos que el sol maldijo.
Pero este canto me sirve
para entender a mi hijo
que se va solo a la playa,
que anda en pantanos metido
que tiene una novia rubia
y quiere cantar conmigo,
siendo un niño.
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