Zumba que zumba
en medio de la gallera,
óyelo bien,
en medio de la gallera,
pa' ver si existe otro gallo
que quiera medirse y pueda,
ay Maribel,
que quiera medirse ahí fuera.
Cuando me pongo a cantar,
no pido permiso a nadie.
Cuando me pongo a cantar
no pido permiso a nadie,
que eso de pedir permiso
es para el hombre cobarde,
ay Soledad,
es para el hombre cobarde.
Soy palo que no me cimbro,
que no me cimbro,
barco que no me volteo,
cuando a mí me da la gana
toco el cielo que no veo,
verdad mi vida,
toco el cielo que no veo.
Recuerdo cuando en oriente
brilló el astro diamantino.
Recuerdo cuando en oriente
brilló el astro diamantino,
con su rayo cristalino
alumbrando el reluciente,
ay Soledad,
alumbrando el reluciente.
¿Para qué soñar despiertos?
Soñar despiertos con horizonte de luz
si una tumba y una cruz, ay, mi vida,
es la herencia de todo muerto.
Más allá de no sé dónde,
de no sé dónde,
mataron a no sé quién
y si no corro tan duro
me matan a mí también,
verdad Raúl,
me matan a mí también.
El que bebe agua en tapara
y se casa en tierra ajena,
verdad mi vida,
y se casa en tierra ajena,
no sabe si el agua es clara
o si la mujer es buena,
verdad mi amor,
o si la mujer es buena.
Todos creen que el cantar,
ahí el cantar es nomas abrir la boca,
y el cantar tiene sentido
y saber cuándo le toca,
ay Soledad,
y saber cuándo le toca.
A mí me gusta cantar
donde cantadores cantan,
y que sepan declarar
el eco de mi garganta.
Que sepan declarar
el eco de mi garganta,
ay Maribel,
el eco de mi garganta.
Cantando el zumba que zumba,
zumba que zumba
fue que yo me enamoré,
yo voy a seguir cantando, verdad mi vida,
pa' enamorarme otra vez.
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