Coplas del Capitán (o Las coplas del Capitán)
En un octubre, en Maffo,
en el treinta y tres,
al cuarto de siete hermanos
le tocó nacer
de puro cariño humano,
la miseria a flor de piel.
apenas una esperanza para ser.
Allí estaba Olo.
Entre los chicos del barrio
se escucha una voz
llamando a la ley del niño
pobre y cimarrón
a jugar a cualquier precio,
que no se pierda el rubor
entre los desaparrados del candor.
Allí estaba Olo.
Creciendo a golpes de hombro,
laborando aquí y allá
en un ventorillo,
en una tienda de la vecindad,
sintió que no había remedio
en la espera: había que dar
y poner al fin las armas a cantar.
Allí estaba Olo.
Los montes le vieron dando
una guerra sin cuartel
contra el odio, contra el bando
que no deja acontecer,
de oriente a occidente andando
en la victoria, en al fe,
en enero, con el pueblo y con Fidel.
Allí estaba Olo.
De noche, cuando la sombra
se abrasa en el mar
y los nuevos piratas intentan derramar
la hiel sobre nuestras costas,
confiando en su soledad,
guardando nuestro mar,
nuestra verdad.
Allí estaba Olo.
Y cuando la noche andina
reclamaba claridad
un comando de luciérnagas
entró en su intimidad,
a pecho y a mano amiga,
hasta la muerte, lealtad,
como un "Patria o muerte"
en plena oscuridad.
Allí estaba Olo.
Hay hombres cuyos avales
no se pierden ni se dan,
así queda en los anales
de su pueblo un capitán,
Pantoja por más señales,
hacedor de libertad,
puntero de un nuevo hombre que fundar.
¡Hasta siempre, Olo!
en el treinta y tres,
al cuarto de siete hermanos
le tocó nacer
de puro cariño humano,
la miseria a flor de piel.
apenas una esperanza para ser.
Allí estaba Olo.
Entre los chicos del barrio
se escucha una voz
llamando a la ley del niño
pobre y cimarrón
a jugar a cualquier precio,
que no se pierda el rubor
entre los desaparrados del candor.
Allí estaba Olo.
Creciendo a golpes de hombro,
laborando aquí y allá
en un ventorillo,
en una tienda de la vecindad,
sintió que no había remedio
en la espera: había que dar
y poner al fin las armas a cantar.
Allí estaba Olo.
Los montes le vieron dando
una guerra sin cuartel
contra el odio, contra el bando
que no deja acontecer,
de oriente a occidente andando
en la victoria, en al fe,
en enero, con el pueblo y con Fidel.
Allí estaba Olo.
De noche, cuando la sombra
se abrasa en el mar
y los nuevos piratas intentan derramar
la hiel sobre nuestras costas,
confiando en su soledad,
guardando nuestro mar,
nuestra verdad.
Allí estaba Olo.
Y cuando la noche andina
reclamaba claridad
un comando de luciérnagas
entró en su intimidad,
a pecho y a mano amiga,
hasta la muerte, lealtad,
como un "Patria o muerte"
en plena oscuridad.
Allí estaba Olo.
Hay hombres cuyos avales
no se pierden ni se dan,
así queda en los anales
de su pueblo un capitán,
Pantoja por más señales,
hacedor de libertad,
puntero de un nuevo hombre que fundar.
¡Hasta siempre, Olo!
(1983)
Idiomas
Comentarios
BSO del filme "Guardafronteras" (1980) de Octavio Cortázar. "Olo" era el sobrenombre del capitán Orlando Pantoja Tamayo, combatiente del Ejército Revolucionario bajo el mando del Che y primer jefe de las Tropas Guardafronteras. Acompañó al Che a Bolivia en 1966 y murió en combate en la Quebrada del Yuro el 8 de octubre del 1967
Esta canción aparece en la discografía de
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