Canción para una lágrima
esmeralda matinal;
era un trino canto miel
en el pico de un gorrión,
tímido temblor, azul.
Era un suspiro de sol
sobre un pétalo de flor;
era un sueño musical
en el ala tornasol
de una mariposa de cristal.
Así era la lágrima sentida,
la primera que en la vida
nos llora el corazón,
cuando la inocencia nos habita
y en el pecho nos palpita
cristalina una ilusión.
Hoy encuentro en tu mirar
esa lágrima de amor,
quisiera ser un gorrión
para poderte robar
en un beso el corazón.
Quiero emborracharme con tu boca
las mariposas locas
del poeta que hay en mí.
Déjame una lágrima siquiera
para prendérmela al alma
cuando ya no estés aquí.
Cielo claro, tarde clara
y tus ojos, ¡ah tus ojos!,
dos círculos concéntricos
en el charco azul de tu mirada.
Cielo claro, tarde clara
y tu boca y tus besos una pena
que se me astilló en el alma.
Noche clara, claro cielo,
juntos soñamos atrapar
en aquel charco el lucero,
porque amando,
hasta en un charco cabe el cielo.
Tarde triste, triste cielo,
ya te has ido.
Buscar el olvido es hallar el recuerdo.
Noche oscura, no hay lucero,
pero te quiero, tanto, tanto
que en una sola lágrima
de mi llanto cabe el cielo.
Un día bastante etílico soñé esta canción. Vi en aquel sueño –todo en colores– primero un gran ojo muy triste. La siguiente imagen fue una gota de rocío pendiendo de una brizna de hierba a punto de caer tornasolada, como una lágrima. Luego, un gorrión que recogía la gota con su pico y la llevaba a aquel ojo completando así el ciclo del llanto.
Mientras tanto, la música se ve que me rondaba en la mente durante todo el sueño porque fue despertarme y ponerme a componer la canción. A los pocos minutos estaba concluida. Se la canté a mi madre y le impactó.
Hay que decir que por entonces estaba muy enamorado y esas cosas movilizan; con el alma en la palma de la mano, no tenía más que frotar y el milagro se hacía.
Después, la incluí en mi obra titulada El loco de la vía como lo que era: la canción del primer amor.
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