Bajo la gorra de Xesco
yacía escondido un bosquecillo
lleno de brotes tiernos y de hojas
verdes a lo largo de todo el año.
Bajo la gorra de Xesco,
anidaban dos gorriones
con ramitas de cuentos
y plumón de canciones.
Llegó quién sabe de dónde,
tal vez de un mundo
donde nadie te trata de chalado
cuando te ve sonreír
sin motivo aparente
o cantarle habaneras a un gato.
Donde lanzaba la voz,
brotaba un riachuelo
muy humilde, casi una hebra de líquido.
No era bastante, es cierto,
para ahogar un desierto,
pero los labios lo agradecían,
que, cuando quema la sed,
un poco de agua del caño del botijo
te sienta mejor que cualquier vino.
Bajo la gorra de Xesco
iban de cabeza todas las veletas,
con brisas y tramontanas
llenas de fuerza y de arrebatos.
Bajo la gorra de Xesco,
caían chubascos polícromos
que limpiaban el paisaje,
y desempolvaban pinos y olmos.
Se fue, quién sabe a dónde,
tal vez a un mundo
donde de el cuerpo es más una molestia que una ayuda,
para buscar nuevos niños
de planetas lejanos
donde no rija la ley del embudo.
Queda un banjo dormido
en la cuna de la noche,
anclado en su último puerto,
con cinco cuerdas que el viento
hará eternamente vibrar
dentro de la piel de la memoria,
porque a menudo un solo verso
es todo un universo
donde no caben ni el tiempo ni la muerte.
Bajo la gorra de Xesco,
levantaron el vuelo mil gorriones
a la busca y captura
de otros sombreros forestales.
Si un día en vuestra cabeza
nace un piar claro y profundo,
es que hay rastros de Xesco
bajo la gorra del mundo.
(1) Xesco Boix, fundador del Grup de Folk y amigo de Pete Seeger, se convirtió en el primer cantante-animador catalán especializado en el público infantil, y poseía una capacidad comunicativa extraordinaria. Víctima de profundas depresiones, murió atropellado por un tren en 1984.
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