Flores de andén
caricias doradas nunca han llegado,
estallan de repente las flores más altivas
y esparcen su aroma con febril voluptuosidad.
Tal vez lo ignorabais, pero un terreno huérfano
de perlas celestes puede ser muy capaz
de engendrar en el andén más triste y amorfo
un jardín imposible, tan bello como fugaz.
Las flores de andén proclaman la vida
en los apáticos ámbitos de los topos suburbanos.
Su presencia –herida profunda-
desgarra la oscuridad como risas infantiles.
Y bajan la cabeza, los topos enloquecidos,
siguiendo impertérritos el avance del rebaño…
Es fuerte, excesiva, la luz que irradia
la flor de andén, milagro ignorado.
Tal vez no sabíais que en la madriguera triste y fétida
de los panteones móviles, repletos de ahogados,
las flores de andén conjuran el estrépito
con mudas melodías de tiempos olvidados.
Y tal vez ignorabais que cuando el corazón se despista
hay puertas que se abren, y un silbido cruel
revela la ausencia, la desaparición repentina
de la flor de andén, la flor sin raíz.
Las flores de andén son flores pasajeras.
Cuando quieres olerlas, ya han desaparecido,
absorbidas por túneles, vagones y quimeras,
por fríos pasillos de estómago húmedo.
Las flores de andén son una pizca de alba,
velas encendidas en un día en pañales,
son el agua serena donde bebe la mirada
reseca y cansada de tantos viajeros.
Así como las rosas se visten de espinas
para protegerse de los enamorados,
las flores de andén han tejido telarañas,
unas membranas de misterio sutiles e irisadas.
Porque flores como estas son flores delicadas
que pierden la magia, el aroma y el encanto
si rasgas la niebla que las mantiene aisladas
de la incierta angustia de un mundo chirriante.
Les flores de andém no tienen historia,
no existen puras fuera del instante.
Distantes de nosotros, superan la escoria
del tiempo miserable que nos va royendo.
Pero, si las coges con dedos temblorosos,
tu avidez herirá de muerte
la boda de los pétalos, que caerán difusos,
deshojándote a un tiempo la vida y el corazón.
Cuando tus manos sean escondrijo de flor mustia,
se fundirán las nubes del vino tan fuerte
que antes te elevaba. Perderás el impulso.
Perderás hasta el acorde
del arpa construida
por la melancolía que deja el recuerdo.
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