Un hombre en libertad
y lo tienes bastante jodido
si un diplodocus entra en tus planes.
El dodo se extinguió
antes de antes de ayer
y no hay megaterios por los alrededores.
Y si embargo, quién sabe
si un día se presentará
algún superviviente diciendo “¡Salud!”.
Pensemos que el celacanto
se lo encontraron nadando
cuando ya todos lo daban por perdido.
Por lo tanto, escúchame bien:
si eres un aventurero,
si te quieres enfrentar a un auténtico reto,
dedica tus afanes,
dedica los próximos años
a buscar un hombre o una mujer en libertad.
El Hombre, señor mío, es único: el único animal catalogado
que se reproduce solamente, solamente –lo puedo jurar- en cautividad.
¡En cautividad!
Porque está el placer, el dolor,
el frío y el calor,
deseos complicados y más sencillos,
el tabaco y el alcohol,
el coche y el fútbol,
parejas oficiales, amantes e hijos.
Hacienda y el Mercado,
y la publicidad,
horarios, Internet, las leyes, los miedos,
los dioses, el envejecimiento,
el “qué dirá la gente”,
los bancos, las hipotecas, tal vez un perro.
El móvil y el espejo,
el paro o el trabajo,
la tele y los hábitos sedimentados,
la pereza y las cenas,
y el éxito y el fracaso,
los odios, los rencores, las amistades.
Y el Estado, monárquico o bien republicano o dictatorial,
y la enfermedad, los prejuicios, las palabras, la moral,
todo este follón.
El hecho es que, tanto si
no tienes nada que objetar
como si te rebelas, harto de ser un borrego,
naciste en una cárcel
y mucho me temo que no
tienes posibilidades de salir nunca de ella.
Los barrotes pueden ser
de viento, papel couché,
plástico o basura, oro o plata.
Son ásperos o suaves
al tacto, y los bobos
pretenden ignorarlos e ir tirando.
Y luchan para tener
poder y dinero. En fin,
para olvidar cadenas y grilletes.
Política de avestruz
de emperadores desnudos
que con hilo de sueños se hacen unos pantalones.
Puedes negarte a verlo, imaginar que eres libre como un pájaro,
pero para empezar eres esclavo de tu cuerpo, de tus sentidos, de tu cerebro,
de tu piel.
Quien teme, también tiene miedo
de perder lo que tiene.
Busca esperanza donde sea, quien tiene miedo.
Quien tiene esperanza, cree
y espera mientras reposa.
Quien espera, sencillamente rehúye la acción.
Sólo alguien lúcidamente, tranquilamente desesperado,
sólo alguien así puede aspirar a convertirse en un Hombre en libertad.
¡Un Hombre en libertad!
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