Siqueiro prisionero (o Siqueiros prisionero)


En una jaula grande,
cal y cemento,
bajo siete candados
no justicieros,
un pajarillo trina
su desconsuelo
cuando las aves pueden
cantarle al viento.

Mientras las demás aves
están bebiendo
el agüita que cae
del alto cielo,
el prisionero bebe
duro tormento
y lágrimas habidas
de sus recuerdos.

Por eso están llorando
los elementos;
las estrellas no tienen
igual destello.
Pálida está la luna,
más que los muertos,
mirando noche y día
su prisionero.

Por eso el Pan de Azúcar
sube muy terco
y el Amazonas
ruge de sentimiento.
Copacabana agita
negro pañuelo
pero la ley más sorda
que el Padre Eterno.

Le roban a sus ojos
azul del cielo;
de la selva sus verdes
le prohibieron,
pero no han de quitarle
su rojo fuego,
ni la blanca paloma
de sus desvelos.

Gime samba que gimen
los brasileros.
Suenen tambores negros
a sangre y fuego.
Llore todo el que tiene
corazón tierno,
que sepultado en vida
se halla Siqueiro.
Versión de Isabel Parra
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Comentarios

El texto, escrito por Violeta Parra en 1962 y dedicado a Thiago de Mello, habla del muralista mexicano David Alfaro Siqueiros, entonces encarcelado.

Esta canción aparece en la discografía de
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