Novedad discográfica
Mateo Kingman publica «Astro»
El cantautor ecuatoriano Mateo Kingman publica Astro, su segundo álbum, una "cura para los sanos" y un manifiesto terrenal y cósmico, espiritual y universal.
El cantautor ecuatoriano Mateo Kingman publica Astro, su segundo álbum, una "cura para los sanos" y un manifiesto terrenal y cósmico, espiritual y universal.
Portada del disco «Astro» de Mateo Kingman.
Astro, el segundo álbum del ecuatoriano Mateo Kingman, que ve la luz a través de AYA Records (un subsello de ZZK Records), y que llega tres años después de su debut Religar, es mucho más que un disco: es un manifiesto en donde lo terrenal y lo cósmico, lo curativo y lo espiritual, lo contemporáneo y lo tradicional, lo universal y lo esencial, se funden.
Mateo Kingman concibe su nuevo álbum como "una cura para los sanos" y "un viaje por la constelación de la serpiente; uno que es a la vez terrenal y cósmico". Esta travesía musical, que cuenta con la colaboración del prestigioso músico y productor argentino Gustavo Santaolalla en una de las canciones, arranca con la decisión de enfrentarnos a nuestros males, pasando por vértigos profundos y curaciones sagradas, para regresarnos a lo nuestro, "religados y agradecidos", como dice el propio Mateo.
En un mundo en el que cada vez necesitamos más estímulos y aprobación externa, Astro invita a mirar hacia dentro y explorar todos los aspectos del yo, desde lo más oscuro hasta lo más luminoso. Deja entrever un fuerte punto de vista autoral si bien se aleja de la propuesta sonora y temática que lo dio a conocer.
Musicalmente, Astro expresa una intensa investigación que arma su trama con diverso hilos: la canción urbana contemporánea (trap, hiphop y elementos de música electrónica), melodías tradicionales de América Latina, con influencia de los cantos íkaros del mundo del curanderismo y el acentuado uso de sintetizadores, dando como resultado un tejido nuevo e hipnótico; con canciones que recuerdan desde oraciones religiosas (como Umbral), que hablan de la aceptación de la muerte (como en Último aliento, con la colaboración de Gustavo Santaolalla) o de la reconciliación con uno mismo (como en Religar); pero donde también canta al vértigo con ritmo suburbanos (Lúmina), coquetea con el trap desde el folclore (IO) o construye imprevisibles arquitecturas poptrónicas (Lucero).
Para completar su obra, Mateo realizó lo que describe como "una dieta de plantas propia de las prácticas santeras latinoamericanas". Como resultado, estuvo en trance durante quince días, tiempo en que el artista atravesó por diferentes estados de conciencia aptos únicamente para iniciados. Ese viaje astral introspectivo, quedó documentado en su álbum más atmosférico y espiritual.
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