Novedad editorial
Javier Ruibal muestra su yo poeta en «Coraza de barro»
Pocos dudábamos de que en cada canción de Javier Ruibal habitaba un poema, sin embargo él ha tenido que vencer "pudores, temores, respeto y prudencia" para deshacer su Coraza de barro, considerarse como tal, y ofrecernos unos versos que ahora acompañan el recogimiento y la intimidad, y no la música.
Pocos dudábamos de que en cada canción de Javier Ruibal habitaba un poema, sin embargo él ha tenido que vencer "pudores, temores, respeto y prudencia" para deshacer su Coraza de barro, considerarse como tal, y ofrecernos unos versos que ahora acompañan el recogimiento y la intimidad, y no la música.
Portada del libro «Coraza de barro» de Javier Ruibal.
EFE | Pilar Martín - Coraza de barro, así es como se llama el recién publicado primer poemario (Colección Verso y Cuento de Aguilar) de Javier Ruibal, unas páginas donde los versos libres, los haikus y las décimas se van dando paso para disipar una duda que este artista con alma de juglar —con un pie en la Ilustración y otro en lo prosaico— llevaba alimentando mucho tiempo: publicar o no sus poemas.
"Hubo que tomar una decisión y vino animada por la que era mi pareja en el momento en que empecé a escribir esto, me animaba a que no me hiciera de menos, que me envalentonara y que me atreviera y tuviera la certeza de que por mal que saliera la experiencia mi relación con la palabra y con el arte y la emoción es de tantos años que difícilmente podría hacer una metedura de pata", cuenta a Efe este artista andaluz con ADN universal.
Pero no se crean, esto no fue suficiente porque, según prosigue, tenía por delante una ardua empresa, la de "vencer pudores, temores, respeto y prudencia" para atreverse a lanzar la moneda y decir: "la suerte está echada".
"He adorado tanto a los poetas grandes que les veo como una alargada sombra, y yo me veo pequeño. Quizá uno anda un poco como pidiendo perdón, cuando quizá no hay ni que pedir permiso y hacerlo, pero eso forma parte de mi carácter", confiesa el poeta desde su casa de Madrid, donde el año pasado parió de principio a fin este poemario sin pretensiones pero rotundo.
Cuando Ruibal habla de poetas grandes se refiere a García Lorca, Gil de Biedma, Angel González, y otros coetáneos y amigos suyos como Felipe Benítez Reyes o Luis García Montero, pero sobre todo hace hincapié en el "más esmerado de los literatos", José Manuel Caballero Bonald, su amigo Pepe, del que aprendió que "hay que escribir con pulcritud y esmero".
"Siempre piensa uno que los demás siempre son mejores, y no está mal pensarlo porque esto te estimula a superarte y alcanzarles su rueda y seguir el mismo camino, o por lo menos ir en el pelotón, es la idea de no sentirse seguro. Ahora que lo he publicado veo cosas que me gustaría mejorar, pero eso también me pasa con los discos", añade el Premio Nacional de las Músicas Actuales 2017.
En concreto, lo que el lector va a encontrar en Coraza de barro son versos donde habla de la creación y de las musas; versos donde critica a la sociedad, a sus conductas, donde mira y nos hace mirar el mundo, o donde se abre en canal, como sucede en el que da título al poemario.
El poema donde vuelca lo que no quiere que le vuelva a pasar: "que mis batallitas particulares con el ego y las comparaciones innecesarias no me lleven a quedarme inmóvil, o no saber saborear la belleza cuando llegas a la cumbre".
"Creo que he crecido personalmente con este poemario —añade— o al menos me he quitado un poco de peso, un poco de lastre, sobre todo una cosa que no está relacionado con hacer un poemario, sino con no dejar de hacer algo que el corazón te pide y hacerlo, aunque tengas es batiburrillo de pseudocomplejos".
A punto de cumplir 65 años, "una edad muy buena, hermosa y muy delicada" Ruibal siente que no puede "dejar de hacer lo que le gusta", por eso ahora piensa que lo único que hay que hacer cuando algo te seduce es "sentarse a cabilar y escribirlo".
Y por esto, una vez superado todo, incluso después de habérselo jugado a cara o cruz, "el libro ya está ahí". Si, ya está a la venta para meternos de lleno en un "estado de catarsis", para "transformarnos", para "emocionarnos inmediatamente", porque éste es el efecto de la poesía, según Ruibal.
Una consecuencia dotada con mayor "abstracción" a la que nos da la canción, que tiene "esa virtud que nos devuelve a una emoción tan sencilla y tan hermosa como que nos vuelve a hacer niños, porque nos entra por la piel, y no tanto por el intelecto".
"Soy un trashumante que lleva pa'lante un carromato, soy como el buhonero que lleva un poco de todo, y hace trueques y cambia algunos pertrechos por compañía. Busco algo que me contente a mi repetirlo mil veces y que para mi esté equilibrado, que no me canse y que al mismo siempre me merezca la pena, porque me va a conectar con el oyente", dice el Ruibal cantante.
En esta faceta es donde, prosigue narrando, "entra toda la cacharrería, la seducción de las palabras, del escenario", porque por encima de todo le gusta "llegar a estados de felicidad".
Algo distinto a lo que experimenta el Ruibal poeta, si es que se puede dividir: "cuando hago poesía estoy entrando en otro estado de felicidad, de complacencia más privada, más íntimo, te desnudas y te conoces el grano, la cojera, el lunar feo, y también lo bonito", reconoce entre risas este cantautor al que la cuarentena le está sentado bien porque se ha "oxigenado" y prácticamente tiene ya compuesto un nuevo disco.
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