Novedad editorial
«Tangos cultos», rarezas en el género musical más distintivo de Buenos Aires
Obra de reconocidos compositores argentinos, los "tangos cultos" son una verdadera rareza dentro del repertorio del género musical más representativo de Buenos Aires, composiciones cuyo valor rescata un libro editado en Argentina.
Obra de reconocidos compositores argentinos, los "tangos cultos" son una verdadera rareza dentro del repertorio del género musical más representativo de Buenos Aires, composiciones cuyo valor rescata un libro editado en Argentina.
Portada del libro «Tangos cultos» de Esteban Bush.
EFE - Estos tangos son cultos no por ser más eruditos o más artísticos que los tangos populares sino por haber sido creados por reconocidos compositores argentinos de "música culta" como Juan José Castro (1895-1968), Mauricio Kagel (1931-2008), Gustavo Beytelmann (1945) y stor Piazzolla (1921-1992).
"Estos tangos son una rareza pues no forman parte del repertorio del tango ni de la práctica de los tangueros, no se bailan ni se cantan ni pueden ser tocados con los medios instrumentales habituales del tango —el bandoneón o la orquesta típica, por ejemplo—", dijo a Efe Esteban Buch, compilador de Tangos cultos, editado por el sello Gourmet Musical.
Buch apunto que estos temas tampoco desarrollan en sus textos, que por lo demás son muy raros, los temas habituales del tango.
Poca gente, en definitiva, identificaría a estas composiciones como "tango", un género que esta semana vibrará con una nueva edición del Festival Internacional de Tango de Buenos Aires.
Sin embargo, Buch considera que incluir estas composiciones dentro del "panorama del tango en general" se justifica "plenamente, pero implica tener una idea de ese panorama más amplia que la definición del género como tal".
El libro rescata, entre otros, los tangos para piano de Juan José Castro; el "tempo di tango" del Homenaje al propio Castro incluido en los Preludios americanos de Alberto Ginastera; y el Tango alemán de Kagel, que combina un trío de violín, bandoneón y piano y un cantor que entona un idioma incomprensible.
También están cinco piezas para guitarra de Piazzolla, el tango utilizado como material electroacústico por Francisco Kröpfl; el tango residual en composiciones de Pablo Ortiz para violonchelo y piano; y la obra de Gustavo Beytelmann, diálogo entre tango y vanguardia histórica.
Y una "perla", la pieza en forma de tango opus 11, también llamada Miserere, de Johann Sebastian Mastropiero, el célebre compositor imaginario del grupo cómico musical Les Luthiers.
El cruce entre lo "culto" y lo "popular" sobrevuela estas obras, un territorio difuso donde los puristas —sean tangueros, sean compositores cultos— se sienten incómodos.
Buch señala que durante mucho tiempo "el interés de los compositores cultos por el tango implicaba la idea no solo de que los géneros eran diferentes al punto de constituir dos universos separados, sino que había entre ellos una relación de jerarquía, donde la música 'seria' permitía en cierto modo sublimar o llevar a la dignidad de producto artístico esos materiales 'populares'".
"Sin embargo esa actitud ha ido desapareciendo en las últimas décadas, desde los años 1970, a causa de la hibridación de las prácticas musicales y la difusión de una idea más pluralista de la cultura", sostiene el investigador, experto en música.
Gracias a esta evolución, según Buch, es improbable que actualmente un compositor "culto" diga seriamente que su música tiene un valor superior a la música popular, "más allá de que debe haber compositores a quienes el tango no les gusta o no les interesa como elemento de inspiración para su obra".
En la otra vereda, los músicos de tango "popular" no tienen prácticamente en cuenta a este repertorio "culto".
Sin embargo, a juicio de Buch, estos "tangos cultos" son parte integrante de la diversidad del género y "le aportan algo muy interesante, en la medida en que la práctica de la música culta, sobre todo cuando uno se acerca a la 'música contemporánea', implica precisamente un juego con las convenciones genéricas en general".
"Por eso creo que una obra como el Tango alemán de Kagel constituye una representación del género tango que aporta una mirada desacralizadora, lúdica y creativa con respecto a una idea del tango anquilosada y fijada en unos cuantos clichés, que mucho daño le ha hecho al tango", afirmó Buch.
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