A 10 años de su muerte
Compay Segundo, el hombre que internacionalizó la música cubana
El músico cubano Compay Segundo, de cuya muerte se conmemora hoy el décimo aniversario, consiguió que los sonidos tradicionales de la isla se escuchasen en medio mundo pero el reconocimiento internacional no llegó hasta que cumplió 80 años cuando ganó un premio Grammy con el grupo Buena Vista Social Club.
El músico cubano Compay Segundo, de cuya muerte se conmemora hoy el décimo aniversario, consiguió que los sonidos tradicionales de la isla se escuchasen en medio mundo pero el reconocimiento internacional no llegó hasta que cumplió 80 años cuando ganó un premio Grammy con el grupo Buena Vista Social Club.
Compay Segundo
EFE/Víctor Usón - Apodado el "último trovador", su verdadero nombre era Máximo Francisco Repilado Muñoz y la música tradicional cubana fue su empeño a pesar de las dificultades con las que se encontró por el camino. Un ejemplo que siguieron otros músicos como Bebo Valdés o Reinaldo Creagh.
Dicen de él que, a pesar de la fama, nunca se olvidó de sus orígenes y estos fueron humildes, pertenecía a una familia campesina de Siboney, en la parte oriental de la isla, cerca de Santiago de Cuba, donde nació el 18 de noviembre de 1907.
Un hombre que durante la mayor parte de su vida no pudo hacer de la música su medio de vida, ni siquiera en su niñez cuando aprendió los oficios de barbero y tabaquero para ayudar a la economía familiar.
Ante todo, la música fue su pasión, fue autodidacta y aprendió "de oído" los ritmos que sonaban en la ciudad en la que creció, un Santiago de Cuba que se caracterizaba por su ambiente bohemio.
El tres cubano, la guitarra, el clarinete y el bongó son solo unos pocos de los instrumentos que dominó, a los que hay que sumar el que siempre le acompañó y que de hecho, inventó él: el armónico, un híbrido entre la guitarra y el tres cubano.
Conocido también como el "patriarca del son", fueron numerosos los grupos musicales que fundó Compay, entre los que destaca, Quinteto Cuban Stars que le permitió dar conciertos por toda Cuba e hizo que su música comenzara a sonar en las radios comerciales.
A ello le siguió el Conjunto Matamoros, en el que permaneció 12 años, y Los Compadres que fundó en 1942 junto a Lorenzo Hierrezuelo y de donde viene su apodo: Compay como abreviatura de compadre, y Segundo se debe a su tono barítono.
Su incipiente carrera musical se vio truncada cuando en 1959 la revolución castrista llegó a la isla, entonces Compay tuvo que comenzar a trabajar en la fábrica de tabacos H. Upman donde permaneció hasta la jubilación, y la música quedó relegada a los ratos libres que le dejaba aquella factoría de habanos.
Tras su jubilación, la música volverá a ser la protagonista en la vida de Compay, el son y temas tan populares como Chan Chan resonarán en los hoteles para turistas en los que tocaba el trovador.
Unos sonidos que comenzarán a expandirse por el extranjero cuando en 1989 viaja a Estados Unidos con el Cuarteto Patria, invitado por el Festival de Culturas Tradicionales Americanas, a lo que le seguirá un viaje a España en 1992 para participar en el primer Encuentro del Son y el Flamenco en Sevilla.
Pero el giro en su carrera llegó de la mano de Buenavista Social Club, un proyecto que creó el guitarrista estadounidense Ry Cooder y que incluía en un mismo grupo musical a grandes figuras de la música tradicional cubana.
El disco que grabó este conjunto se llevó un premio Grammy en 1997 y de ellos Wim Wenders hizo un documental que bajo el nombre del grupo permitió que medio mundo conociera más de cerca a un Compay que se caracterizaba por su gran sentido del humor.
Las giras internacionales del trovador se convertirían entonces, en algo cotidiano, a España viajó en numerosas ocasiones e incluso llegó a actuar en el Olympia de París, en el Carnegie Hall de Nueva York o en la Sala Nervi del Vaticano ante el papa Juan Pablo II.
"Él siempre decía que le quería pedir una prórroga a la vida pero la muerte no se la concedió", comentaba hace unos días en Madrid, el músico Reinaldo Creagh, que celebraba su 95 cumpleaños, precisamente los últimos que cumplió Compay, con tanta vitalidad como la que tenía el músico de Siboney.
El 14 de julio de 2003, La Habana daba su último tributo al músico con emotivas despedidas en las que los cubanos tiraban flores y le ponían ritmo de Chan Chan al adiós del músico.
Un Compay al que 95 años no le parecieron suficientes, que seguía con su característico sentido del humor y que en su última entrevista con Efe, reconocía no saber el significado de la palabra hastío. "Tengo 95 años y quiero tener un hijo más. No estoy cansado de la vida".
"No pierdan el tiempo, porque yo no lo he perdido y ya ven...", aconsejaba el músico, y es que Compay quería dejar huella y lo consiguió. Al menos, diez años después temas como Chan Chan o Macusa permanecen en la memoria colectiva de varias generaciones.
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