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Omara Portuondo pone en pie al Auditori de Barcelona, del brazo de Roberto Fonseca
Omara Portuondo ha puesto en pie al Auditori de Barcelona, aunque no ha logrado llenarlo, en un concierto en el que se ha cogido del brazo del pianista Roberto Fonseca para llevar al siglo XXI la música cubana de varias generaciones.
Omara Portuondo ha puesto en pie al Auditori de Barcelona, aunque no ha logrado llenarlo, en un concierto en el que se ha cogido del brazo del pianista Roberto Fonseca para llevar al siglo XXI la música cubana de varias generaciones.
Omara Portuondo en el Auditori de Barcelona.
© Isabel Llano
Roberto Fonseca con Omara Portuondo.
© Isabel Llano
EFE - Omara Portuondo se ha apoyado en el brazo de Fonseca metafóricamente, pero también literalmente, porque a sus 84 años de edad la reina de Buena Vista Social Club conserva una voz portentosa, pero tiene problemas de movilidad.
Débil físicamente, pero fuerte de espíritu y desbordante de talento, Portuondo ha salido al escenario dispuesta a dar lo mejor de sí misma, a pesar de las decepcionante cifras de taquilla, que han obligado a la organización a trasladar el concierto, inicialmente previsto en la sala grande, con capacidad para 1.200 personas, a la sala 2.
Los 600 afortunados que han comprado su entrada han podido ver más cerca de lo que esperaban a la artista, que ha aparecido apoyada en Fonseca y ataviada con un vestido de lentejuelas rojas y unas cómodas sandalias.
Con su inseparable cinta en el pelo y su tupé habitual, la diva de la música cubana ha iniciado el recital con Tabú, un tema que es toda una declaración de principios para esta mujer, defensora del alma mestiza de su país e hija de una mujer blanca que tuvo que enfrentarse a su familia para casarse con un hombre negro en la Cuba precastrista.
"Alma del África lejana, llena mi pecho de candela. Y aquí, si el negro mira a la hembra blanca: tabú", ha cantado con una voz espléndida ante un público entregado desde el primer momento.
A pesar de que el concierto era, en principio, la presentación de la reedición que acaba de publicar de su primer disco en solitario, Magia negra (1958), lo cierto es que el repertorio no se ha centrado en este álbum.
Tan sólo ha sonado la canción que da nombre al disco, con la que Portuondo se ha atrevido a levantarse de la silla y a mover la cadera con una "sabrosura" inesperada.
Previamente ha interpretado Silencio y ha tenido unas palabras de recuerdo para el fallecido Ibrahim Ferrer, con el que compartió éxitos en los años 90, gracias a Ray Cooder y su maravilloso proyecto Buena Vista Social Club.
Tras 45 minutos sobre el escenario, los espectadores se han sentido huérfanos cuando Omara Portuondo ha dicho "chao" y se ha alejado, dejando a Fonseca la difícil papeleta de seguir tocando sin la maravillosa anciana a su lado.
El resultado ha sido un concierto dentro de otro ya que, mientras la cantante descansaba en su camerino, Roberto Fonseca, Joel Hierrezuelo, Ramsés Rodríguez y Yandy Martínez se han lanzado de cabeza al jazz y han ofrecido unos solos espléndidos.
El público ha aplaudido admirado, pero los aplausos se han redoblado cuando ha vuelto a las tablas Portuondo, preparada para cantar temazos como Veinte años, La sitiera, Guantanamera y Bésame mucho y Tal vez.
Bésame mucho ha sido un diálogo entre el piano de Fonseca y la voz de Portuondo, primero con suavidad y sensibilidad y después con energía y pasión.
Tal vez ha cerrado el concierto, con el público en pie y Omara saludando con entrega, empeñada en tocar el suelo con las manos, como si la música hubiera paliado sus problemas de movilidad.
"Esperamos darles emoción, pasión y sensibilidad", ha dicho Fonseca al público poco antes de empezar el concierto. Una promesa que se ha cumplido con creces.
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