Guerra de las Malvinas

El triste momento en que el rock argentino se convirtió en una cuestión oficial

AGENCIAS el 31/03/2017 

Hace 35 años, la dictadura militar que gobernaba Argentina iniciaba una guerra contra el Reino Unido por la soberanía sobre las Islas Malvinas y, entre otras ridículas medidas, prohibió la difusión de música cantada en inglés, lo que significó un inesperado espaldarazo oficial para el antes perseguido rock argentino.

Cartel del Festival de la Solidaridad Latinoamericana de 1982.

Télam | Hernani Natale - De esta manera, el movimiento generado 15 años antes encontraba espacios de difusión en radios, revistas y programas de televisión que se habían mantenido cerrados a esta expresión cultural, en algunos casos, y en otros directamente habían criticado y atacado a lo largo de su historia.

En este sentido, artistas que habían sufrido censura, persecuciones y exilio vieron reivindicadas sus figuras, tal el caso de Piero, Miguel Cantilo, León Gieco, Litto Nebbia y Raúl Porchetto, entre otros.

Sin embargo, este impulso dado al rock argentino dividió las aguas y derivó en una reacción por parte de grupos emergentes que, finalmente, fueron los que encabezaron una renovación estilística que se revitalizó en 1983 con la llegada de la democracia.

Acaso, el mayor símbolo para el rock local de esa época marcada por los comunicados oficiales que anunciaban un supuesto triunfo en el campo de batalla contra Gran Bretaña fue el polémico Festival de la Solidaridad Latinoamericana, llevado a cabo el 16 de mayo de 1982, en el Estadio de Obras Sanitarias.

El encuentro, al que asistieron unas 60.000 personas, fue encabezado por Charly García, Luis Alberto Spinetta, León Gieco, Raúl Porchetto, Litto Nebbia, Rubén Rada, Ricardo Soulé, Dulces 16 y el Dúo Fantasía, entre otros, y se llevó a cabo con la intención de recaudar artículos de primera necesidad para los soldados que estaban en el frente de batalla.

Sin embargo, algunos representantes de las "nuevas tendencias" rechazaron la invitación para participar del festival, como el caso de Virus y Los Violadores, quienes incluso cuestionaron duramente a los artistas que sí lo hicieron, con acusaciones que los tildaba de "colaboracionistas" con el régimen militar.

Por otra parte, el impulso dado a la difusión del rock argentino en los medios por parte de la dictadura contempló el caso de artistas consagrados, sin tener en cuenta a un amplio espectro de grupos y solistas que pugnaban por ganarse un lugar en la escena.

Esto provocó una reacción que intensificó la movida underground que, cada fin de semana, encontraba su lugar en bares y sótanos porteños en donde se podía escuchar música, ver obras de teatro y hasta tomar contacto con películas que no tenían chances de llegar a los grandes medios por tratarse de producciones independientes o por haber sido silenciadas por la dictadura.

Así comenzaron a mostrarse grupos que poco tiempo después serían los encargados de renovar la escena local, como el caso de los mencionados Virus y Los Violadores, Los Twist, Sumo y Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, entre otros; con una postura mucho más descontracturada a la que podía verse en el mainstream nacional.

En el caso de la música, fueron estos grupos y solistas los que acercaron al público muchas tendencias musicales de fines de los '70 y principios de los '80 en Estados Unidos y el Reino Unido, que no se encontraban en las radios, menos aún en ese momento con la prohibición explícita para artistas angloparlantes, como la new wave, el hardcore y el reggae.

Junto con propuestas más bailables, los nuevos artistas también presentaban una renovación desde lo lírico, con una apuesta al humor y la ironía para denunciar, en lugar del tono que imperaba en los artistas consagrados.

Lo cierto es que la brutal censura puesta en marcha en la década del '70 por la dictadura cedió definitivamente durante la Guerra de Malvinas, por lo que varias canciones que habían sido silenciadas volvieron a ocupar espacios en radios y a ser coreadas de manera masiva en conciertos.

Con el fin de la Guerra de Malvinas y la consecuente caída del gobierno militar, que cristalizó con la llegada de la democracia en 1983, se materializó a nivel artístico la renovación de la escena del rock local.

Las tendencias vanguardistas pasarían a ganar espacio en los medios, junto con el regreso de la música en inglés en las radios, y se impondrían definitivamente a la mayoría de los considerados consagrados hasta ese momento.

Por supuesto, el final de la Guerra de Malvinas también generó un largo listado de canciones inspiradas en ese triste capítulo de la historia argentina, entre las pueden rescatarse Reina Madre, de Porchetto; La isla de la buena memoria, de Alejandro Lerner; No bombardeen Buenos Aires, de Charly García; y Para la vida, de León Gieco.

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