Décimas (13): Los tiempos se van volando (o La niña que al tren subió)
La niña que al tren subió
de cinta blanca en el pelo,
abrigo de terciopelo,
sandalitas de charol,
gentiles, con una flor
la compararon por bella
por su boquita grosella,
sus ojos tan refulgentes.
Mamá emocionadamente
le da mil gracias a ellas.
Mas, el destino traidor
le arrebató sin piedad,
por puro gusto nomás,
su bonitura y candor.
De lo que fue aquella flor
no le quedó ni su sombra;
se convirtió en una escombra,
se le asentó la carita,
y hasta su madre se agita
cuando la mira y la nombra.
Con mi abundante inocencia,
poquito a mí se me daba,
mi paire me acariciaba
con su estimable paciencia.
Mi maire, de mucha ciencia,
gracias a Dios por su niña;
cuando me pierdo en la viña
armando mis jugarretas,
yo soy la feliz Violeta:
el viento me desaliña.
Los tiempos se van volando
y van cambiando las cosas:
creció en el trigo melosa,
la siembra fue castigando,
fue la cosecha mermando,
l’esperanza queda trunca.
La gente no sabe nunca
lo que mañana l’espera:
cayéndose l’escalera
de manos se queda zunca.
De nuevo yo solicito
perdón por irme alejando;
lo que les iba explicando
se me refala solito,
el pensamiento infinito
traicióname en cada instante.
No puede ni el más flamante
pasar en indiferencia
si brilla en nuestra conciencia
amor por los semejantes.
de cinta blanca en el pelo,
abrigo de terciopelo,
sandalitas de charol,
gentiles, con una flor
la compararon por bella
por su boquita grosella,
sus ojos tan refulgentes.
Mamá emocionadamente
le da mil gracias a ellas.
Mas, el destino traidor
le arrebató sin piedad,
por puro gusto nomás,
su bonitura y candor.
De lo que fue aquella flor
no le quedó ni su sombra;
se convirtió en una escombra,
se le asentó la carita,
y hasta su madre se agita
cuando la mira y la nombra.
Con mi abundante inocencia,
poquito a mí se me daba,
mi paire me acariciaba
con su estimable paciencia.
Mi maire, de mucha ciencia,
gracias a Dios por su niña;
cuando me pierdo en la viña
armando mis jugarretas,
yo soy la feliz Violeta:
el viento me desaliña.
Los tiempos se van volando
y van cambiando las cosas:
creció en el trigo melosa,
la siembra fue castigando,
fue la cosecha mermando,
l’esperanza queda trunca.
La gente no sabe nunca
lo que mañana l’espera:
cayéndose l’escalera
de manos se queda zunca.
De nuevo yo solicito
perdón por irme alejando;
lo que les iba explicando
se me refala solito,
el pensamiento infinito
traicióname en cada instante.
No puede ni el más flamante
pasar en indiferencia
si brilla en nuestra conciencia
amor por los semejantes.
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