Todo el mundo cuenta
que diga urgentemente la frase conveniente,
y le pido a la pupila de mármol
que llore, aun si la lluvia se olvidara del árbol.
Pero si le pido al arte que moldea a la roca,
con palabras más enormes que las bocas.
Puede ser que el sol…
Puede ser que el sol…
Cómo escucharte sin esquizofrenia,
que el sucio oportunismo tantas veces premia.
Cómo te arranco del verso dicho de memoria,
y te tatúo en el alma de todas las novias.
Pero si mis andares me los alimento
rompiendo monte, sudado y contento.
Puede ser que el sol…
Puede ser que el sol…
Como te me haces padre, maestro y asere;
sangre de los pobres, hermano en deberes.
Como fue tu tiempo tan ancho, de arriba abajo,
sin ordenador, Internet, ni un carajo.
Por eso creo en ti y no en los misereres,
que primero te nombran y al final te temen.
Puede ser que el sol...
puede ser que el sol...
El sol como la estrella que mata e ilumina,
que nunca cambia, aunque cambien las heridas.
Al que encargaste con tu última mirada
que nos dijera, tras cada madrugada:
Todo el mundo cuenta.
Todo el mundo cuenta.
Todo el mundo cuenta.
Todo el mundo cuenta.
La mar en calma, la mar violenta.
Todo el mundo cuenta.
La bruja, el enano, el príncipe y la cenicienta.
Todo el mundo cuenta.
El gallo bravo y aquel que se ahuyenta.
Todo el mundo cuenta.
Quien ve pero se calla y quien ve pero enfrenta.
Todo el mundo cuenta.
Quien me da su casa y quien me la renta.
Todo el mundo cuenta.
Quien techa ciudades y quien las cimienta.
Todo el mundo cuenta.
Quien pichea a la diestra y a la siniestra.
Todo el mundo cuenta.
Quien busca y no resuelve, quien sufre y se reinventa.
Todo el mundo cuenta.
Verde, amarillo, rojo y magenta.
Todo el mundo cuenta.
Quien se regocija y quien se lamenta.
Todo el mundo cuenta.
Todo el mundo cuenta.
Todo el mundo cuenta.
Todo el mundo cuenta.
A cinco años de su fallecimiento, el periodista Miguel Fernández publica Me va la vida en ello un retrato profundo y cercano de Luis Eduardo Aute, con testimonios inéditos de su entorno más próximo.
La cantante carioca Nana Caymmi, hija del legendario Dorival Caymmi y figura emblemática de la música popular brasileña, murió este martes a los 84 años tras varios meses de complicaciones de salud. Su carrera, profundamente ligada a la samba y al bolero, dejó una huella imborrable en el panorama musical del país.
El festival BarnaSants rinde homenaje al compositor griego, símbolo mediterráneo de lucha, la libertad y el antifascismo, con un gran recital que reúne a artistas de distintas disciplinas como Maria del Mar Bonet, Manolo García, Juan Valderrama, Kostas Triantafillidis o Manolis Andraoulidakis; y que pone en valor su obra musical y su compromiso político.
La cantautora chilena Magdalena Matthey combina en Instinto raíces latinoamericanas con sonoridades setenteras y cuenta con las colaboraciones destacadas de Natalia Lafourcade y Tata Barahona.
El cantautor chileno Nano Stern vuelve a Europa con Inventemos un país, una gira en la que presentará en el festival BarnaSants el disco grabado en homenaje a Víctor Jara y ofrecerá un repaso por las canciones más emblemáticas de su repertorio, junto a un homenaje a los grandes referentes de la canción popular chilena como Violeta Parra, Patricio Manns y el propio Jara.