Indecente
vendiendo su magro cuerpo, por las calles sube y baja.
Indecentes estos tiempos: la obligan a darla cara,
la que no tiene dinero no puede afrontar sus cargas.
Dijo vida más amarga, ser puta de enero a enero.
Quién ha llamado indecente a la mujer que fue bella,
ofrece al mejor postor, cuerpo de antigua doncella.
Indecente el cirujano, que ha ofrecido transformarla,
por unos cuanto millones en su guarida privada,
su vaivén de carnes flacas, por siliconas doradas.
Indecente la justicia, también saca su tajada
del goce o del sufrimiento de la mujer ultrajada.
Indecente el confesor, que la tiene sentenciada
cual María Magdalena, primera puta censada,
fue por el amor de Cristo al infierno condenada.
La sociedad es indecente, el cafiche que la explota,
el dueño del hotelucho desnuda entre copa y copa
por cuatro monedas frías la sanguijuela la agota,
da su sangre gota a gota hasta que llega la muerte.
Ellos son los indecentes, y no esta virgen sin ropas.
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