La primavera (o Muchacha querida)
muchacha querida, es la primavera,
la veo en tus ojos, en tu blusa blanca,
y en las rojas flores que trae en tu pollera.
En el ritmo arisco de tu andar liviano,
en la risa fresca de tu boca entera,
una avispa de oro me picó en la sangre
y me he dado cuenta que es la primavera.
Mira cómo juntan los picos las aves,
mira cómo aroma la brisa en las rosas,
mira cómo giran, mira cómo giran
las alitas nuevas de las mariposas.
Muchacha querida, los tiempos aquellos
de noches de invierno por siempre se han ido;
la mañana rubia se apreta de nidos
y hay nimbos de luces sobre tus cabellos.
Es la primavera, es la primavera,
zumo de violetas tienen tus ojeras;
y hay una dulzura en tu voz madura
y te envuelve un algo que me desespera.
Mira cómo juntan los picos las aves,
mira cómo aroma la brisa en las rosas,
mira cómo giran, mira cómo giran
las alitas nuevas de las mariposas.
Muchacha querida, los tiempos aquellos
de noches de invierno por siempre se han ido;
la mañana rubia se apreta de nidos
y hay nimbos de luces sobre tus cabellos.
Es la primavera, es la primavera,
es la primavera.
Nunca tuve la alegría de cantar con mi padre, Francisco Amor, que fue una de las figuras fundadoras del canto popular rioplatense. Poeta inmenso y además músico inspirado, “mi viejo” fue admirado y amado por el público argentino, el uruguayo y el de otras partes de América donde actuó con un gran éxito como cantor de la orquesta de Francisco Canaro y como actor en muchas películas argentinas, entre ellas Viento norte o Napoleón, junto al capo cómico de la escena nacional, Pepe Arias.
Mi padre fue también autor de canciones emblemáticas como La mulita, El estreyero –en colaboración con Mariano Mores–, Frente a una copa –tango del que hiciera un gran éxito Alberto Morán con la orquesta de Pugliese– o Sobre mi sombra, hermoso poema cantado como milonga por José Larralde.
Digo que nunca canté en un escenario con mi padre, porque por supuesto, en la intimidad, alguna vez solíamos hacerlo, aunque nuestra diferencia de edad era grande y él, además, tenía por costumbre no cantar en casa.
Con mis cuatro hijos, los que tuve siendo aún muy joven, jugábamos a cantar en grupo y en los largos años del exilio, los sábados, cuando no iban al colegio, escuchábamos juntos discos de música popular argentina. De esta forma, me salieron buenos cantores los cuatro, aunque solo dos se dedican a ello profesionalmente: Delia y Salvador, con los que a veces tengo la inmensa alegría de compartir escenarios y caminos.
Muchacha querida o La primavera es una canción de mi padre. En su recuerdo, y rindiéndole un homenaje, he querido grabarla con Salvador para unir así las tres generaciones de “Amores”: Francisco, Rafael y Salvador.
La he incluido al final de este disco para poner de manifiesto la continuidad de nuestra familia cantora. Les aviso: mi nieto Mauro, segundo de Fran, ha salido medio cantor y no pierdo la esperanza que de las otras ramas nazcan otros brotes y ojalá pueda ver a alguno de ellos sobre un escenario. Vaya, pues, esta canción por mis nietos.
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